
Opinión
El diario de Amilibia: Oh, el Apolo es nuestra luz
"Él es la brújula que orienta al progresismo y además, la luz que nos ilumina en tiempos de tinieblas"

En el primer día de la Creación, Dios dijo «hágase la luz» y la luz se hizo. El Apolo ha esperado un poco más después de la creación de su Frankenstein. Leo: «Somos la socialdemocracia que queda», dice Sánchez. «Se presenta como la nueva brújula de los valores progresistas». Y añade el Apolo: «Ahora nos toca a nosotros inspirar a otros, ser la luz en un tiempo oscuro». Él es la brújula que orienta al progresismo y además, la luz que nos ilumina en tiempos de tinieblas. De Franco se dijo que era el «Faro de Occidente» y, según Millán Astray, «el enviado de Dios». Carrero Blanco hizo mención a la lucecita que no nunca se apagaba en el despacho de El Pardo.
En esa línea va el Apolo, el relámpago que fue al Senado para iluminar las tinieblas y los plomos se fundieron por sobrecarga de tanta claridad expositiva. Recuerdo que María Luisa Merlo me contó hace años que viajaba a Los Ángeles para recibir inspiración de su «guía de luz» en un centro de meditación. Hoy no necesitaría ir tan lejos: ya tenemos al Apolo reconvertido en «guía de luz», tan venido arriba que, según leo, envió a su jefe de gabinete, Diego Rubio, a una reunión con los mandamases de las empresas eléctricas para advertirles con energía: «El presidente no quiere ni un apagón más». Bien, pero hace días leí: «Red Eléctrica alerta del riesgo de inminente apagón». Parece que Corredor, presidenta de la Red, goza manteniéndonos a todos, incluso al Apolo, en alta tensión. Un cura vasco enumeraba desde el púlpito la lista de los tormentos infernales. Un aldeano le interrumpió desde abajo: «Oye, padre, si hay que ir al infierno, se va, pero no acojones». Pues eso, Luminoso Ser.
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