Opinión
El diario de Amilibia: Lo de la yoli es más que champú, Millás
"Reducir una obra digna del peluquero de la Pompadour a los efectos puramente higiénicos del champú, es mucho reducir"
El admirado escritor (al menos por mí) Juan José Millás escribió en X, antes Twitter: «Guerra acusa a Yolanda Díaz de pasar mucho tiempo en la peluquería. La caspa, una vez más, metiéndose con el champú». Hombre, Millás, lo de la Yoli es mucho más que champú. Reducir una obra digna del peluquero de la Pompadour a los efectos puramente higiénicos del champú, es mucho reducir. Empezamos así y terminamos creyendo que un puente de Calatrava es solo un puente, un Rolls solo un coche, un Rolex solo un reloj, el Falcon del presi solo un avión y Tamara Falcó solo una marquesa.
El cabello de oro de la Yoli supone horas de tintes, marcados, ondulados, reflejos, cardados, etc., para alcanzar el esplendor en todas sus variantes: melena suelta, trenza con moño bajo, trenza con mono medio, trenza con moño alto, mechas de rubio ceniza o rubio miel, mechas a capas, mechas gruesas, ondas retro, raya a un lado con onda amplia y puntas peinadas hacia fuera, semirrecogido casual con plus de volumen en la coronilla, moño messy en modo castaña dorada, trenza floja, trenza corona baja, recogido lateral para dejar la melena al viento, semiondulado con mechas sobre el rostro, melena suelta con ondas voluminosas y aire romántico…
Su evolución fue clara: de la melena morena, lacia y descuidada, estilo sindicalista progre ajena a las exquisiteces, a la artística y voluminosa melena dorada ministerial, llena de luz y poderío, leonina, con sus ondulaciones y formas armoniosas, casuales y sexys. Resumir tal prodigio en un champú es como decir que el flequillo lateral y tieso de Sonsoles Ónega, que desafía la ley de la gravedad y envidiaría Puchi, es solo debido al fijador, Millás.
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