Entrevista
Diego Torres: «Trabajo para que mi hija tenga empatía»
Presenta «Mi Norte & Mi Sur», un nuevo álbum en el que colabora con Estopa y Manuel Carrasco, entre otros artistas
Nada más sentarnos frente a frente, en el salón Recoletos del madrileño Hotel Emperador, se sonríe y suelta un «cómo están esos rulos, Cris», a costa de mi melena. Una complicidad que tiene todo que ver con la fructífera carrera del cantautor Diego Torres (Buenos Aires, 1969), cimentada en la emoción, la empatía y en tender puentes. Por eso, en «Mi Norte & Mi Sur» vuelve a incluir colaboraciones con otros grandes artistas, como Estopa y Manuel Carrasco. Un nuevo álbum donde el bonaerense se desahoga «sobre los vaivenes buenos y malos de la vida» y con el que ya tiene cerrados cinco conciertos en España a partir del 8 de abril de 2026. Con 20 millones de discos vendidos, el autor de himnos como «Color esperanza» o «La última noche» nos habla, además, de sus nuevas ambiciones, del ejemplo de su madre, la gran artista Lolita Torres, y de su otra gran vocación: ser padre de Nina, su hija de 12 años.
Diego, después de 35 años en los escenarios, ¿en qué es mejor que cuando empezó?
Soy mejor como persona. A mi edad te empiezas a amigar con tus errores, con tus imperfecciones, con tus miedos, con tus dudas. Empiezas a valorar cosas que no valorabas. Te tomas un instante más para no reaccionar en caliente. Es una combinación de experiencia con juventud. Yo voy a morir con espíritu joven porque es mi naturaleza.
¿Hacia dónde dirige ahora su ambición?
Necesito colaborar con gente nueva. Escuchar otras miradas. Permitirme dudar. En un momento en el que en el mundo todo dura poco, trato de ir contra eso. Un ejemplo tonto es que me gustan los coches antiguos porque son diferentes; me resisto a los eléctricos. Me gusta el olor del motor, del cuero, porque tiene que ver con mi vida, con mi infancia.
En «Mi Norte & Mi Sur» incorpora colaboraciones con Estopa y Manuel Carrasco. ¿Cómo surgieron y qué destaca de estos artistas españoles?
Estopa y yo nos conocemos desde los comienzos, cuando coincidíamos en España en las galas. Siempre nos caímos bien, nos tomábamos unas copas, nos reíamos y nos mandaban a callar, como niños en el colegio. Les ofrecí una versión de «La última noche» y me dijeron que les encantaba. Han hecho una versión muy Estopa y me encanta. Estoy feliz de cantar con ellos porque les quiero mucho. Con Manuel también he tenido muy buena química. Sentí que «Vas a quedarte» era ideal cantarla con él. Filmamos el vídeo en Madrid. Una canción sobre los afectos de la vida, los que están y los que se han ido, pero que han dejado una huella imborrable.
Como su madre… ¿Qué fue lo mejor de tener una artista en casa?
Tuve la suerte de tener una madre que fue primero persona y luego artista. Era un espíritu evolucionado, con una vida intensa y que tuvo pérdidas muy tempranas de seres queridos. Nos enseñó a ser guerreros en la vida y a valorar los afectos. Era hija única y tuvo cinco hijos. Nos dejó ese lazo por la familia y ese respeto por la profesión. No hay momento en que salga a cantar que no piense en mi madre y en mi padre.
¿Su hija Nina va a continuar la saga?
Somos una familia tan de artistas que mi hija mira y piensa: «Uy, cuánto artista». Todavía no ha dicho qué quiere ser, pero tiene esa identidad. Es muy histriónica, le gusta mucho la actuación, la payasada, vamos juntos a conciertos, le muestro mi música… Mi hija es también muy deportista, como yo, así que vamos al fútbol, a correr, a jugar al tenis…
¿Cómo hace para cuidar de su salud mental?
Hago mucho deporte para poder cuidar mi cuerpo y afrontar lo que hago, y la salud mental es parte de esa salud, de mantenerse dinámico, conectado, y no en las redes. Hoy nos invade la tecnología y estamos más desconectados que nunca. Nuestros hijos están pendientes del móvil y tienen trastornos de ansiedad. No quieren ir al campo porque no hay cobertura. Yo trato de dejar el teléfono unas horas para vivir la vida. Filmamos todo, los conciertos…
¿Le gustaría que le grabaran menos y le vieran más?
Claro, por eso digo que no estamos comunicados. Hay que preguntar «¿cómo estás?» en vez de mirar el teléfono.
Además, es embajador de Buena Voluntad de Unicef. ¿Cómo está viviendo los conflictos en tantos lugares del mundo?
Hay un tango de Cambalache que lo anticipaba, que decía «que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 506 y el 2000 también». Violencia hubo y habrá. Porque el ser humano es el animal más violento. No mata por necesidad, matamos por otros intereses. Por el poder, por la ambición. También pasan cosas maravillosas y hay cosas buenas. Vivimos mucha violencia y les llega a los chicos en los teléfonos. Como padres los tenemos que preparar. Lo mejor que podemos hacer es estar presentes para que entiendan que los seres humanos tenemos que estar conectados y cuidarnos. Decirles «quiero saber cómo fue tu día y, si no me lo quieres contar, ya me lo contarás». Y quiero generar eso mismo para que mi hija me diga «¿qué tal estás, papá?», «¿estás en España?». La empatía.
¿Lo consigue?
Sí. Es uno de los temas de charla con ella. Trabajo mucho para que tenga empatía. «No te mires el ombligo, date cuenta de que enfrente hay otra persona, tu primo o tu prima». Hay que compartir los logros del otro como te gusta que los demás compartan los tuyos.