Legado
La hija de José Fernando Ortega es la fiel heredera del arte de su abuela Rocío Jurado
A su corta edad, la niña ya ha ganado varios certámenes de baile
Lleva desde los cuatro años yendo a clases de baile y demuestra una destreza muy especial sobre el escenario. Es la fiel heredera de su abuela, de "la más grande". Rocío Jurado estaría orgullosa de lo bien que baile su nieta Rocío, la hija de José Fernando Ortega y de la fallecida Michu.
La niña se mueve muy bien en concursos de baile y ya ha ganado a su corta edad algunos certámenes infantiles importantes, como es un campeonato de España. Dicen que en las pistas recuerda mucho a su abuela paterna, que lleva el arte en las venas, que siente la misma pasión que la gran artista que se nos fue prematuramente, víctima de un cáncer de páncreas.
Ahora, en Madrid, la pequeña está apuntada a clases de flamenco. Ortega sabe muy bien que a su nieta le encanta un mundo que no le es ajeno en absoluto.
Adaptada a la vida en Madrid
Rocío se está adaptando muy bien a su nueva vida madrileña, en casa de Ortega la miman y la quieren muchísimo. Pero echa mucho de menos a Inmaculada, su abuela materna, con la que suele comunicarse por videollamada varias veces a la semana. No desea perder el contacto aunque les separen seiscientos kilómetros.
La madre de Michu reconoce que echa mucho de menos a la niña, están muy unidas y la ha visto crecer muy de cerca, es como si en estos momentos le faltara una pieza muy importante de un pasado feliz.
Lleva semanas sin verla y ya está preparando un viaje a Madrid para la segunda semana de octubre. El reencuentro promete ser muy emotivo, necesario y alegre. Inma pasará dos días en la capital para disfrutar de una compañía tan querida.
Cartas a su madre
La niña le dice que le escribe cartas a su madre, contándole cómo es su vida sin ella, y que, cuando vuelva unos días a Arcos de la Frontera, donde vive su familia materna, se acercará con su abuela para depositar las misivas en el lugar donde Michu solía ir a meditar muchas tardes, un pequeño lago cercano al pueblo gaditano. Lugar que le trae grandes vivencias y que significa una parcela muy importante en sus recuerdos. Allí llevaba Michu a su hija a pasear y a disfrutar de horas de tranquilidad compartida.
Las cartas suponen una especie de homenaje de la menor hacia su madre ausente. Un hermoso gesto de una niña que ha aprendido a madurar antes de lo previsto por el desgraciado acontecimiento que ha marcado su existencia. Y quiere mantener muy dentro el recuerdo de una madre que lo daba todo por ella.