Entrevista
Íñigo Ramírez de Haro: "La Justicia me ha protegido de mi hermano Fernando; me ha devuelto el honor"
Fernando Ramírez de Haro ha sido condenado a pagarle más de 800.000 euros por la venta de un cuadro de Goya de la familia (entradilla)

El Juzgado de Primera Instancia número 19 de Madrid ha condenado al marido de Esperanza Aguirre, Fernando Ramírez de Haro, a pagar 853.732 euros a su hermano Íñigo por el cuadro de Francisco de Goya que vendió en 2012. Tal y como relata la sentencia, a la que ha tenido acceso LA RAZÓN, el conde de Bornos vendió la pintura por más de cinco millones de euros al empresario Juan Villar Mir a través de la prestigiosa casa de subastas Sotheby’s.
¿Qué sintió al conocer la sentencia en la que se estima su demanda y se condena a su hermano Fernando?
Pensé que después de haber sido víctima del engaño, de la falta de escrúpulos y de la codicia de un hermano muy querido siempre por mí, la Justicia me ha devuelto el honor que él y su mujer se encargaron de destruir durante cinco largos años.
¿Qué le llevó a iniciar este procedimiento judicial? ¿Fue la falta de acuerdo dentro de la familia lo que hizo inevitable acudir a los tribunales?
Acudí a la Justicia porque mi hermano mayor decidió engañarnos a todos por pura avaricia. Los hermanos nos unimos para salvarle de la profunda ruina en la que se encontraba después de arruinar todas nuestras fincas familiares que él gestionaba. Le permitimos vender un cuadro familiar, que nos pertenecía a todos, cuyo importe se comprometió a repartir tras haber saldado su deuda vendiendo propiedades que heredaría a la muerte de mi madre. Después de salvarse de la ruina, probablemente también de la cárcel, decidió que no debía nada e hizo todo para desprestigiarme.

Según la sentencia, el cuadro vendido en 2012 pertenecía a todos los hermanos. ¿Hubo algún intento previo de llegar a un acuerdo extrajudicial?
Por supuesto. Yo le ofrecí negociar y llegar a un acuerdo entre nosotros en varias ocasiones. Creo que la convicción de que él y su mujer eran todopoderosos le hizo creer que no habría consecuencias.
La resolución señala que su hermano no cumplió el compromiso de entregar la parte proporcional de la venta. ¿En qué momento tuvo claro que esa promesa no se iba a cumplir?
La verdad, no fue fácil. Muy pronto, un hijo suyo nos dijo que su padre nunca había pensado cumplir ese compromiso que había firmado. Sin embargo, yo tardé mucho tiempo en darme cuenta de que mi propio hermano podía ser un hombre sin palabra, sin ninguno de los atributos con los que él mismo se definía, un hermano que llevaba años urdiendo una trama para desposeernos astutamente de lo que era nuestro.
La obra se vendió a Juan Miguel Villar Mir por más de cinco millones de euros. ¿Cómo se enteró usted de esa operación y cuál fue su reacción en aquel momento?
Yo enseguida supe que había gato encerrado en esa operación. Un Goya de la categoría del que teníamos valía mucho más de por lo que se vendió, pero mi hermano tenía prisa por vender, por saldar su deuda, no tenía verdaderamente un título de propiedad claro, la venta urgía porque Esperanza Aguirre, que debía proteger el patrimonio cultural nuestro, no le había puesto la protección del BIC, esto lo hizo una vez vendido a Villar Mir, etc. Lógicamente, poco a poco pensé de todo y por su orden.
La sentencia aún es recurrible. ¿Teme que este conflicto se alargue más en el tiempo?
Puede alargarse por los tiempos de la justicia y porque la estrategia de mi hermano siempre ha consistido en retrasar al máximo cada uno de los procesos, pero ahora lo tiene mucho más difícil.