
Amor de madre
Irene Rosales: el poder de un post-it en medio de una ruptura
La influencer sevillana transforma un simple mensaje en el tupper de su hija en símbolo de amor y resiliencia tras su separación de Kiko Rivera

A veces, los gestos más sencillos son los que mejor definen una etapa vital. Tras once años de matrimonio y un verano marcado por su inesperada separación de Kiko Rivera, Irene Rosales ha convertido un pequeño detalle en una declaración de intenciones. En la tapa de un tupper escolar, la sevillana dejó escrito en un post-it un mensaje destinado a su hija: "Sonríe. El mundo es más bonito contigo. Te quiero con locura".
La imagen, compartida por ella misma en redes sociales, se ha convertido en mucho más que un gesto maternal. Es la prueba de cómo, en medio de la tormenta mediática que rodea a la familia Pantoja, Irene prefiere cultivar la calma, la ternura y la complicidad con sus hijas, sus grandes aliadas en este proceso de transición.
La separación de Kiko e Irene sorprendió a todos. Durante más de una década habían sorteado juntos las dificultades, hasta que este verano confirmaron lo inevitable: su historia llegaba a su fin. Lo hicieron sin reproches públicos, aclarando que la decisión había sido meditada, tomada en común y sin terceras personas de por medio. Por encima de todo, dejaron claro que sus hijas eran y seguirían siendo el centro de sus vidas.
El bienestar de sus hijas
Ese compromiso se ha materializado en escenas que desarman cualquier rumor de tensión. Hace apenas unos días, ambos acudieron juntos al inicio del curso escolar de sus pequeñas, mostrándose unidos en lo que consideran su prioridad absoluta: el bienestar de las niñas. Un mensaje poderoso en tiempos donde las rupturas suelen convertirse en espectáculo.

Pero Irene ha ido más allá. Su post-it rosa, con letras mayúsculas escritas a mano, habla de resiliencia, de la capacidad de convertir un detalle cotidiano en una lección vital: recordar que, pese a la separación, hay motivos para sonreír, para creer en la belleza del mundo y para sentirse incondicionalmente amado. Un recordatorio sencillo, pero cargado de simbolismo, que convierte la lonchera escolar en un refugio emocional.
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