Crianza

Patricia Montero, sobre la maternidad: "Hay momentos en los que estallo y, sin querer, he gritado a mis hijas"

La actriz y empresaria se sincera sobre su matrimonio con Álex Adrover y los retos conjuntos en la crianza de sus hijas

Patricia Montero.
Patricia MonteroGtres

Tras el paso de Rafa Nadal, el presidente de Cantabria Labs Juan Matji y Raúl González, mítico 7 del Real Madrid y de la selección española de fútbol, el pódcast NDL Pro-Health “Con mucho de…” ha recibido en su cuarto programa a la actriz Patricia Montero.

Mientras ha recorrido la friolera de diez kilómetros, se ha sincerado sobre sus inicios en el deporte y de cómo los buenos hábitos y el ejercicio físico la han ayudado también a encontrar la anhelada paz mental, tan codiciada en este estresante siglo XXI.

“Siempre saco un hueco para hacer algo de ejercicio. Para mí es una prioridad. Cuidarme es una prioridad vital. Necesito este momento del día para practicar un poco de yoga, para subirme a la bici, para golpear el saco, para hacer un poco de entrenamiento funcional, para simplemente meditar, porque hay días en los que ni siquiera puedo sacar 15 minutos. A veces, con una simple respiración consciente, antes de irme a dormir, para mí ya es suficiente”, dice Montero.

Reconoce que la situación se complica cuando entra en juego la crianza de dos hijas, Lis y Laila, fruto de su matrimonio con el también actor Álex Adrover: “Por la mañana me levanto, voy a todo correr, preparando los almuerzos, las mochilas, llevarlas al cole, que se vistan -que cuesta muchísimo-, que se despierten. Y ya cuando consigo meterlas en el autocar del cole, pues empieza mi día”.

Aunque admite que la maternidad no siempre es fácil, se muestra agradecida por todo lo que sus hijas le han permitido aprender -y recordar- desde que forman parte de su mundo: “Yo creo que los hijos llegan para mostrarte otra vez con pequeñas cositas lo que es la vida. Redescubrir pequeñas cosas como jugar en el parque, aprender a hacer algo nuevo. Ser mamá me ha hecho recuperar esas ganas, esa ilusión por las cosas”.

Aunque el yoga la ha ayudado a mantener los nervios a raya, lo cierto es que no se trata de una técnica infalible y, como todo el mundo, a veces sucumbe al estrés. En estos casos, le sorprende que incluso sus hijas pequeñas son capaces de hacerle ver que se ha equivocado y que ha de disculparse: “Un día grité, sin darme cuenta, a mi hija pequeña, así un poco de más. Y la mayor, que tiene una capacidad emocional brutal, me escribió una carta -encima, bonita, con lettering- en la que decía ‘Mamá, no te olvides que Laila sólo tiene cinco años’. Y pedí perdón, claro”.

No jurarse amor eterno

Además de sus hijas, otro de los pilares de su vida es su marido, con el que afirma tener “una relación privilegiada”: “Ese respeto, ese amor, esa armonía en pareja, que además lo mostramos en redes y que es 10 0% verdad, tiene unas bases muy trabajadas a nivel individual, que es fundamental. Y una vez se han construido las bases, es fácil encontrar ese equilibrio, para que no haya una persona que ocupe mucho más tiempo y que haga muchas más cosas”.

Paradójicamente, considera que uno de los secretos de su relación es no haberse jurado nunca amor eterno. Que las cosas vayan como tengan que ir: “Nunca hemos dicho ‘Esto va a ser para siempre’. Y yo creo que es una de las claves. Hasta donde llegue, llegará, si es que tiene que llegar, y así han ido pasando los años. Hemos ido construyendo una vida y un proyecto común. ¿Por qué entendemos la vida de la misma manera? Porque nos sentamos mucho a hablar. Nuestra relación se basa en la comunicación, el respeto y la sinceridad, por encima de todo, en todos los ámbitos: personal, emocional, físico, sexual, de pareja…”.