Preocupación
«¡Ya no puedo más!»: de Camilín a Sheila Devil, el último cambio del hijo de Camilo Sesto
¿Ha entrado en un proceso de «autodestrucción», como dice su madre, o se trata de una crisis de identidad del cantante?
La preocupación por la salud física y emocional de Camilo Blanes Ornelas no ha hecho más que aumentar en las últimas semanas. Después de que su madre, Lourdes Ornelas, confesara sentirse destrozada y que teme por su integridad, asegurando que el hijo de Camilo Sesto se encuentra «en modo autodestrucción». «Camilín» continúa mostrando su faceta más rebelde y no deja de compartir imágenes en las que se aprecia su deterioro, que ha hecho mella con crudeza destrozando un rostro de apenas cuarenta años.
Ahora se conoce además que una crisis de identidad podría estar detrás de algunos de los problemas que sufre Blanes. Al parecer, el hijo del célebre artista ha expresado a su círculo cercano que quiere empezar una vida nueva como mujer y les ha pedido que se refieran a él como Sheila Devil, el nombre que desde hace semanas aparece en sus redes.
Lo cierto es que no era esa la única pista que indicaba que Camilo –o Sheila a partir de ahora– quería ejercer su nueva identidad como mujer. En los últimos días, el cantante compartió varias imágenes en las que aparecía ataviado con una peluca y vestida con ropa femenina, unas fotografías que generaron cierta sorpresa y que ahora cobran sentido.
En su casa
LA RAZÓN se ha desplazado hasta Torrelodones (Madrid), hasta el domicilio en el que reside el protagonista de esta noticia, que heredó de su padre cuando este falleció en 2019 a los 72 años. Se trata de una mansión de tres plantas en la avenida de Peñalar, 450 metros cuadrados y un jardín con una gran piscina. Actualmente, poco o nada tiene que ver con aquella casa en la que el desaparecido artista compró en el año 1992, y que llenó de obsequios,y en definitiva, de recuerdos de su amplia y exitosa trayectoria musical.
En esa comunidad tranquila impera el silencio. Exceptuando las últimas semanas, ya que las agencias y algunos programas de televisión se encuentran cada día haciendo guardia en las inmediaciones para intentar conseguir declaraciones de Camilo, algo prácticamente imposible a pesar del fácil acceso a la vivienda ya que la puerta de su casa permanece abierta durante todo el día. Si llamas, el que sale para ver quién es no es otro que el propio Camilo. Si decide dejarla abierta no es por otro motivo que su obsesión con las compras por internet. Son varias las ocasiones en las que durante el día le han llegado diferentes furgonetas portando paquetes suyos. Cuando estos llegan, llaman al timbre, y el hijo de Camilo Sesto abre desde abajo, pregunta quién es, y el repartidor baja por las escaleras para darle su paquete y con las mismas se va.
Desde la verja cualquiera puede observar el aspecto desvencijado de algunas zonas de la vivienda, aunque el jardín se mantiene cuidado por orden de Lourdes, que manda puntualmente a dos jardineros para mantener cierto orden en la casa. Llama la atención la multitud de cartones de envíos de mensajería que se acumulan por el jardín. Desde el exterior, se puede observar el todoterreno que perteneció a Camilo Sesto, polvoriento y debajo de un falso techo que se ha caído. Como si nadie quisiera ya nunca ponerlo en marcha.
Allí, en la famosa Avenida de Peñalar, y más allá de que su madre le tenga vigilado con cámaras de seguridad y de las visitas puntuales de su novia María, Camilo Blanes está totalmente solo. De hecho, María, con la que se supone lleva tres años de relación, lejos de protegerle de cara a la prensa u otros agentes externos, deja ver a un Camilo con comportamientos extraños de los que este medio ha podido ser testigo.
Paquetes y más paquetes
Los paquetes no dejan de llegar, y sorprendentemente, durante nuestra estancia de dos horas, somos testigos de la llegada de tres mensajeros. A todos les abre Camilo y nunca lo hace María. Ella ha estado junto a él en varias ocasiones durante la última semana y siempre lleva a cabo el mismo modus operandi. Se baja corriendo del coche y entra a la vivienda lo más rápido posible con el fin de evitar hacer declaraciones ni desvelar detalle alguno sobre el estado de salud de Camilín. Ella es el mayor apoyo de Lourdes Ornelas, y ambas quieren lo mejor para Camilín y es por eso que no tiran la toalla en conseguir que entre en razón y se deje ayudar.
Un compañero de prensa, que lleva varios días de guardia en Torrelodones, asegura que en días anteriores ha visto a Camilo salir a la calle con una pistola de bolas y disparando a la gente, mientras «se echaba unas risas». También ha sido visto corriendo sin ropa por su patio, justo el mismo día en que su amiga Christina Rapado estuvo junto a él. Intentar preguntar a los vecinos (todo un clásico a la hora de obtener una información extra) ha resultado misión imposible en esta ocasión. Justo enfrente de su casa hay dos mansiones, cuyos inquilinos no se dejan ver, ya que entran y salen en sus respectivos coches de lujo. No quieren hablar porque sienten cierto «miedo» a las consecuencias que todo ello pudiese generar. Camilín está descontrolado y sus actos generan temor en un vecindario que busca discrección y tranquilidad en su refugio de montaña.
Esta alarmante realidad ha provocado que Lourdes Ornelas se encuentre totalmente desesperada y es por eso que ha querido pedir la ayuda pública: «Llevo mucho tiempo buscando ayuda para él y me he topado mil veces con una pared de hormigón. Mi preocupación mayor es que su vida está en peligro cada día, de manera constante. Esta enfermedad es muy cruel para él y la familia que lo quiere. Hay quien lo entiende y otros lo juzgan duramente sin saber qué hay detrás», confiesa a este medio, haciendo hincapié en que, al tratarse de una persona adulta, es muy poco lo que está en su mano pese a que este se encuentre «en su peor momento». De hecho, la mexicana sostiene que en ocasiones su propio hijo no le deja siquiera ni entrar dentro de la casa, justificándose con que «es su vida» y que «la vive como quiere». Una situación muy complicada y una realidad difícil de asimilar, tanto para su entorno cercano como para el propio protagonista, que ha soltado las riendas de su vida.
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