Crónica

Los sábados de Lomana: Huele a vacaciones: adiós a Montoros y Pedros Sánchez

«Como el Cid que ganó batallas postmortem, Sánchez sobrevive gracias a los hilos de ERC y Bildu»

Carmen Lomana
Carmen LomanaCedida

Queridos, hoy me siento especialmente inspirada. Será el calor, será el hastío, o será que cada vez que veo a Cristóbal Montoro en una foto me viene a la cabeza ese cobrador del frac que te persigue por la calle con una sonrisa de villano de opereta. Porque, vamos a ver, ¿qué fue aquello de utilizar las herramientas del Estado como si fueran su cortijo personal? ¿De verdad alguien pensó que era normal que Hacienda se convirtiera en una especie de Inquisición moderna, donde el que caía en desgracia era perseguido con saña mientras otros, más afines, salían de rositas?

Montoro convirtió el Ministerio en una máquina de amedrentar. Y no me refiero solo a los famosos, que también, sino a empresarios grandes y pequeños, autónomos, gente de a pie. ¿Transparencia? ¿Justicia fiscal? ¡Ja! Lo que hubo fue una cacería selectiva, y encima con cara de «yo no he sido». Un Robin Hood al revés: robaba a los que podía para mantener el tinglado. Y todo esto, mientras se permitía el lujo de pontificar desde su púlpito de tecnócrata con ínfulas de salvador.

Carmen Lomana
Carmen LomanaGtres

Y hablando de salvadores, ¿qué me decís de Pedro Sánchez? Ay, Pedro... ese Cid Campeador, ese Rodrigo Díaz de Vivar de la política española. Un cadáver político, sí, pero ¡qué bien lo sujetan sus aliados sobre el caballo! Como el Cid, que ganó batallas después de muerto, Pedro sigue cabalgando gracias a los hilos que le mueven desde ERC, Bildu y demás socios de conveniencia. No gobierna, sobrevive. Y en esa supervivencia, va ganando escaramuzas, aprobando leyes y manteniéndose en Moncloa como si nada. Es fascinante, casi poético, si no fuera porque nos cuesta carísimo.

Y ya que hablamos de costes, hablemos de cárceles. Porque hay algo que me enerva: la generalización del odio hacia los inmigrantes. ¡Basta ya! Hay miles de personas que han venido a España a trabajar, a aportar, a levantar nuestra economía con esfuerzo y honradez. A ellos les debemos mucho, muchísimo. Pero también hay quienes vienen a delinquir, y a esos, queridos, ni un minuto más aquí. ¿Mantenerlos en prisión? ¿Para qué? Cada preso nos cuesta 28.535 euros al año. ¡Una barbaridad! Que los devuelvan a su país, y que allí se ocupen de ellos. Bastante tenemos ya con nuestros propios problemas. No se confundan. No es xenofobia, es sentido común. Igual que lo es exigir que los que manejan el poder lo hagan con ética, no con afán recaudatorio ni con el cinismo de quien cree que el Estado es su juguete.

En fin, que me enciendo. Pero como buena dama, me calmo. Porque ya huele a vacaciones, a sombrillas y a ese momento glorioso en el que uno apaga el móvil y se olvida de Montoros, Pedros y demás fauna política.