Las cuentas
Sale a la luz la verdadera situación financiera de Lucas, del extinto dúo Andy y Lucas
"Lecturas" radiografía el "after" del dúo gaditano que firmó una banda sonora generacional y hoy se enfrenta a su capítulo más humano: la cuenta corriente, el ego y el día después del éxito
Son de amores no fue solo un hit: fue un artefacto sentimental que definió un verano, un acento, un tipo de masculinidad tierna y costumbrista en el pop español de los 2000. Andy y Lucas ocuparon ese lugar que hoy solo sabemos revisar con nostalgia. Y, sin embargo, como sucede con todos los mitos pop que sobreviven lo suficiente… llegó el tercer acto. El feo. El que no se canta. El que se firma ante notario, en Excel, y con moratorias.
Luis Pliego -director de Lecturas- lo explica con la precisión de un interventor: Andy arrastra una deuda de 125.000 euros con Hacienda desde 2017; y Lucas, el que presumió de vivir de rentas, habría solicitado moratorias, créditos personales y acumularía una hipoteca mensual cercana a los 5.000 euros.
"La amistad estaba rota"
Pliego remata una frase que lo resume todo: "Había una necesidad económica aunque la amistad estaba rota". Esa es la sinapsis que permite entender por qué el dúo -con la relación personal ya carbonizada- se subió al escenario para una gira final. Porque la gira era dinero. Yel dinero era urgente.
Que Lucas se operase la nariz. Que se acusara al dúo de seguir actuando pese a que la retirada se justificó públicamente por salud. Que la pelea previa a un concierto se filtrara. Que en el concierto final uno buscara el plano del foco y el otro eligiese el plano del suelo. Todo eso son síntomas. Lo central es: la amistad terminó y el negocio aún no.
Llega entonces el epílogo pop en formato comunicado: Andy anuncia carrera en solitario. Más de dos millones de discos vendidos. Más de 800 escenarios. Y un primer single, Marioneta, que internet decodifica como mensaje cifrado.
La historia que queda es esta: dos chavales de Cádiz que le dieron textura sentimental a una generación entera, y que hoy, como medio país, configuran su futuro entre hipotecas, reestructuraciones y la pregunta esencial de cualquier adulto de 40 y tantos: ¿y ahora qué hago con mi vida profesional? El fin del duo no es un drama. Es simplemente vida real. Y la vida real -ya lo sabemos- no es un estribillo. Es una hoja de cálculo.