Entrevista

Sergio Scariolo, amigo de los Hohenlohe, con nombre de polideportivo y estrella de la fama en Marbella

El seleccionador vive una vida llena de reconocimientos en Marbella

Sergio Scariolo, en el último entrenamiento de la selección
Sergio Scariolo, en el último entrenamiento de la selecciónALBERTO NEVADO / FEBEuropa Press

Al seleccionador del equipo español de baloncesto, Sergio Scariolo, no le falta nada de nada en Marbella. La llamada «Ciudad del Canto sin dueño» se ha enamorado de él y no deja de homenajearle desde que llegó a vivir a las lomas de la montaña de La Concha. La última pleitesía: el polideportivo de San Pedro de Alcántara que ahora luce su nombre. Pero este no es el único reconocimiento que le han hecho al italiano que trajo el oro a España, desde junio de 2016 el italiano tiene una estrella en el Bulevar de la Fama de Puerto Banús y en junio de 2018 fue nombrado Hijo Adoptivo de Marbella, además de ser pregonero de la Feria de San Bernabé. «¿Qué cómo me siento? -declara a LA RAZÓN- Magníficamente bien. Acostumbrado a que en mi país no dan edificios o calles a gente en vida, fue una gran sorpresa este detalle de ver mi nombre asociado a este emplazamiento relacionado con el deporte. Marbella me trata muy bien. Mi pasión se ha convertido en mi profesión y esta ciudad creo que lo ha entendido».

El legendario entrenador vive en una preciosa villa a las faldas de la montaña en Marbella llamada «Casablanca», una mansión que se ha convertido en su lugar en el mundo. Allí, lo mejor que posee es su una extensa biblioteca, donde le gusta leer a García Lorca. «Me considero ya más andaluz que italiano. Esta tierra me lo está dando todo», destaca emocionado.

Sergio Scariolo, seleccionador nacional
Sergio Scariolo, seleccionador nacionalEuropa Press

En estos momentos se considera un hombre feliz al lado de su esposa Blanca Ares, ex jugadora de baloncesto, con la que acaba de celebrar sus bodas de plata: «Es el amor de mi vida, no lo puedo disimular». Sergio es el entrenador nacional más laureado en la historia de la selección española. En sus 14 años de mandato, se ha traído cuatro oros y a todo el mundo le cae bien. Su perfil solidario también suma. Hace unos meses que perdió a su madre, «la que me enseñó a parafrasear la frase: no te rindas nunca», nos dice. Pero fue con el fallecimiento de su progenitor Cesare Scariolo, que luchó contra la leucemia muchos años, con el que Sergio se concienció con el problema del cáncer y montó su Fundación: «Cuando enfermaba mi padre, me di cuenta de que llorarlo iba a servir de poco por mi forma de ser y que había que hacer algo para recordarlo. Esto fue en el año 1998. Me animé a dar el paso para crear una asociación cuyos principios fueran ayudar a los niños con enfermedades oncológicas y a sus familias. A mí no me gustaba aparecer públicamente, pero me convencieron con eso de que cuando bajas a la cancha personalmente, consigues un efecto superior». De esta manera, el seleccionador, siempre está ayudando en hospitales malagueños. «Blanca, mi mujer. es imprescindible en esta labor y los fondos que obtenemos son para ayudar en el Hospital Materno de Málaga». En esta lucha, también están inmersos sus dos hijos, Alejandro y Carlota, uno es baloncestista profesional y la pequeña termina este año sus estudios y «de mayor quiere ser politóloga». El impulso con la fundación es tal que también ha involucrado en el proyecto a jugadores de la selección, como Ricky Rubio: «Su madre también murió de cáncer y quiso poner su granito de arena con nosotros».

Su amor por Blanca

Blanca Ares es un pilar básico en la vida del seleccionador: Llevamos juntos 27 años con una relación sólida y magnífica, indispensable para mí. Ella tiene una inmensa independencia de juicio, una personalidad muy fuerte. No todo es perfecto. El carácter y personalidad fuerte de Blanca choca a veces con mi forma de ser, más reflexiva e introspectiva y hace que discutamos a veces, pero ella me entiende muy bien». Y es que Sergio admiró a Blanca desde el primer momento que la vio: «Me pides que te cuente un defecto de ella y es su tendencia a dramatizar las pequeñas cosas, compensada inmediatamente con el extraordinario mérito de saber desenvolverse, por el contrario, con racionalidad e inteligencia, y restar importancia a la mayoría de las situaciones complejas». Insiste en que se conocieron por casualidad. «El azar o la suerte hicieron que mi primer partido con el Vitoria, en Cáceres, fuera transmitido precisamente por ella. Me impresionaron mucho algunas observaciones con retranca de esa periodista tan segura de sí misma, y cómo no ¡tan guapa!».

En el círculo de amigos de la pareja está Hubertus de Hohenlohe: «No me gusta mucho salir. Hubertus y Simona son de los amigos que más vienen a casa. Nos encanta hacer deporte y en casa, tenemos de todo: gimnasio, cancha de baloncesto y lugares ideales para caminatas. No hay muchos sitios en el hemisferio sur así».