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Opinión

La sierva Bárbara

"Cómo iba a decirle no al Rey, su invitación era una orden", dice. En plan sirva, se acerca a Margaret Atwood en "El cuento de la criada"

Bárbara Rey en la presentación de sus memorias, "Yo, Bárbara" Gtres

Dicen que, por primera vez, Bárbara Rey “lo cuenta todo” en sus memorias “Yo, Bárbara”. Lujuriosas y muy frescas novedades ha de narrar para que el libro se venda mucho. Uno tiene la impresión de que la vedette lleva contándolo todo desde siempre, o sea, que su capital principal, el regio, lo ha dilapidado en las tertulias kamasútricas de la tele, y el morbo básico se le ha quedado un poco chuchurrío y sobadito. Una pena que Bárbara no se haya actualizado: qué gran bestseller tendría ahora si por una de esas casualidades de la vida hubiera participado, aunque solo fuera como espectadora, en las fiestas con señoritas de Koldo y Ábalos en pisos y paradores. Esa historia sí que animaría mucho el circo nacional sin necesidad de que ella volviera a domar elefantes. Ya sería la repera y el éxito redondo cual cama redonda si hubiera sido testigo de la campaña electoral del PSOE en abril de 2019 cuando, según leo, Ábalos y Koldo se repartían las meretrices justo en el momento que su partido se envolvía en la bandera del feminismo y contra la prostitución.

Tendría que afinar mucho el estilo literario para superar la delicada prosa becqueriana que empleaban Ábalos y Koldo en aquellos diálogos de carmelitas a la hora de acomodarse las compañías. Le anunciaba Koldo la llegada de una colombiana nueva y el bardo Ábalos apuntaba, lírico y sutil: “No sé, la Carlota se enrolla que te cagas”. Remataba su chico para todo exhibiendo también su punto elegíaco: “Pues la que tú quieras. Ariadna o Carlota, y a tomar por culo”. Volvamos a Bárbara: “Cómo iba a decirle no al Rey, su invitación era una orden”, dice. En plan sierva, se acerca a Margaret Atwood en “El cuento de la criada”. Pero es más heavy lo de dúo putero, ¿no?