
Moda
Sybilla: "Aunque tengamos prendas en los museos, seguimos peleando como cualquier diseñador emergente"
Neoyorquina de nacimiento y madrileña de adopción, Sybilla Sorondo presenta Colorterapia, su nueva colección y hace memoria para LA RAZÓN de su larga trayectoria en la moda

Sybilla es historia viva de nuestra moda. En los años ochenta, junto a Javier Valhonrat, creó un universo mágico que hizo de su firma una de las más apreciadas del mundo. Y no exageramos, ya que hasta la mismísima Anna Wintour aprecia y reconoce su trabajo. Considerada la diseñadora más importante de nuestro país después de Cristóbal Balenciaga, sigue luchando por defender su filosofía creativa en un mundo que dista mucho del que conoció cuando se formó con Yves Saint Laurent. Tras despedirse dos veces de la moda, desde hace unos meses ha abierto un nuevo espacio en la calle Noviciado donde todo transcurre al ritmo al que ella cocina sus colecciones y en la que acaba de presentar su nueva colección, Colorterapia.
¿Qué papel juega el color en su trabajo?
El color añade otra dimensión a la prenda y ayuda mucho en el impacto emocional que puede tener, en cómo te afecta el ánimo y cómo se te percibe…
Pese a sus diseños orgánicos, ¿Sybilla es eminentemente urbana?
Seguramente sí, aunque siempre hay para distintas ocasiones y lugares. En esta colección me puse el reto de hacer vestidos que sirvieran tanto para la playa como para una fiesta. Me gusta que un mismo vestido te sirva para ocasiones muy distintas.
Esta es su tercera etapa con la marca. ¿Qué la diferencia de las otras?
Cada una fue muy distinta entre sí y esta también lo es. Desaparecen talleres artesanos y cada vez hay menos profesionales de calidad, pero por suerte tenemos un equipo excepcional. La industria de los tejidos ha cambiado mucho también, la desaparición de las tiendas multimarca, la importancia de la venta online, la manera de comunicar… Entre los clientes veo un aumento tanto entre la gente que antes compraba mucho, que ahora tiene que conformarse con menos, como de gente que puede permitirse muchos gastos extravagantes. Todo esto dice mucho de cómo evoluciona la sociedad.
Llega, además, respaldada económicamente. ¿Le libera eso de pensar en las cuentas y poder…?
Ha habido un respaldo económico para volver a poner en pie la empresa y arrancar, pero una vez que empezamos a funcionar tenemos que generar nuestros propios recursos. En ese sentido, el proyecto es un reto y es ahí donde el apoyo de los clientes y de la gente que quiere la marca es fundamental para poder continuar y hacer esta vuelta una realidad sólida.
¿Y qué aporta en esta nueva etapa?
Quisiera aportar amor, frescura, juego… No es muy distinto de cuando empecé, aunque quizá ahora tengo más conciencia y experiencia de lo que una prenda te pueda aportar. Mi trabajo ahora es más sutil y profundo, y tiene mucho que ver con las personas, recuperar una manera de hacer e intentar que no se pierda
¿Existe una mirada femenina en la moda?
No sé en el caso de otros diseñadores, pero en mi manera de diseñar trabajo mucho sobre el cuerpo y el movimiento, no solo sobre mi cuerpo, sino sobre muchos cuerpos distintos, buscando favorecer, metiendo pequeños trucos y detalles que pueden hacer toda una diferencia. Creo que para esto ser mujer me ayuda y cumplir años y ser coqueta también.
Está considerada la creadora más importante de la moda española después de Balenciaga, ¿eso le ronda de vez en cuando por la cabeza? ¿Es una 'herencia' que pesa?
¡Ojalá pudiera hacer honor a esa comparación! Con nuestro taller de ropa a medida y novia estamos desarrollando prendas de las que me siento orgullosa y que trabajo de una manera muy personal, dedicando más tiempo a la investigación. Imagino que la comparación va más en el sentido de haber podido crear una manera de hacer propia y seguir profundizando en la búsqueda de volúmenes y formas nuevas. Y aunque tengamos prendas en los museos, seguimos peleando como cualquier diseñador emergente.
¿Qué queda en su trabajo de todo lo que aprendió con Yves Saint Laurent?
Con el tiempo, cada vez más: la figura de Anne Marie Muñoz, su mano derecha con todo el peso del mundo sobre su espalda y su trabajo en la sombra. Tenía una mezcla fascinante de fuerza y dulzura. Y la manera de hacer de los talleres, de drapear sobre el maniquí, con esas mujeres sabias, muchas españolas, que tenían un gran conocimiento que entonces no se valoraba y ahora está por desaparecer.
Recientemente, Giancarlo Giacometti afirmaba que los grandes grupos no están interesados en nuevos talentos y por eso la moda no avanza.
En la moda, el mayor cambio desde los años 80 de cuando empecé hasta ahora es que entonces la mayor parte de los diseñadores eran dueños o socios de sus casas de moda. Cada uno desarrollaba su trabajo de manera muy personal y distinta y lo daba todo. Sería más caótico, pero también más personal. Hoy en día son grandes empresas con diseñadores contratados como empleados intentando que no se hagan demasiado imprescindibles. Deben de obedecer y cumplir expectativas, si no lo hacen se les cambia… No todos los creativos están hechos para esto, pero hay gente que lo hace muy bien. En nuestro caso, nuestro inversor, que es un gran coleccionista de moda que buscaba darle vida a una marca que pudiera tener detrás al diseñador que la creó y darnos los medios para crear algo distinto y honesto, así como una manera más personal de trabajar, más allá de una operación de marketing y un logo.
¿Usted vería bien que alguien diseñara con su nombre?
Me cuesta soltar, pero voy formando gente en el equipo que quizás puedan tomar el relevo. Por ahora no es la idea, todo pasa por mis manos. No sé por qué pasa esto con los diseñadores: a un pintor o escultor no le pedirían que otro hiciera su obra y la firmara con su nombre, sería un fraude.
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