Sevilla

Joaquín Caparrós: «Hoy podríamos decir: si bebes, no tuitees»

Entrenador del Levante. El técnico sevillano ha publicado «El mister», un libro escrito a muchas manos en el que muestra su visión del cambiante fútbol actual

«Cuando empecé yo era mi delegado, mi jefe de prensa... eso ahora es impensable»
«Cuando empecé yo era mi delegado, mi jefe de prensa... eso ahora es impensable»larazon

Joaquín Jesús Caparrós Camino (15-10-1955) es un sevillano de Utrera que se ha hecho un hueco en el complicado mundo de los banquillos de élite gracias a una minuciosidad obsesiva por su trabajo. No fue futbolista de alto nivel, de hecho tiene plaza de funcionario municipal en Cuenca, trabajo que compaginó con sus primeros pasos como entrenador. En el verano entre dos milenios, su Sevilla del alma lo llamó en una situación extrema. Sacó al club de la Segunda y de la bancarrota para dejarle los mejores años de su historia a punto de caramelo. Desde entonces, no ha parado de entrenar en Primera. Acaba de entregar a la imprenta el libro «El mister» (Editorial Monema).

–¿Qué nos cuenta en «El mister»?

–Que nadie espere un libro autobiográfico o una recopilación de anécdotas. He querido hacer una monografía, una especie de ensayo, sobre el trabajo del entrenador en el fútbol actual. Participan muchos profesionales de diversos ámbitos que dan su visión sobre los aspectos en los que son especialistas para que el lector se dé cuenta de que el entrenador, al final, es el que toma las decisiones como cabeza de un amplio equipo multidisciplinar.

–¿Quién colabora en el libro?

–Profesionales con los que he trabajado que cuentan cómo es su relación con un entrenador en un club profesional: futbolistas como Pablo Alfaro o Fernando Llorente; Vicente del Bosque, que no necesita presentación; un preparador físico como Delgado Meco, un nutricionista como el doctor Escribano; Santiago Carbó, que es economista; Juan Ignacio Gallardo, que da la perspectiva del profesional de comunicación; Santiago Álvarez de Mon, experto en liderazgo o Fernando Macua, que fue el presidente del Athletic mientras yo entrené allí.

–Ha nombrado a Pablo Alfaro, que ha arrancado con fuerza su carrera de entrenador. ¿Siempre apuntó maneras de técnico o le sorprende?

–No me sorprende en absoluto. Pablo fue muy importante en mi etapa en el Sevilla porque ejerció a la perfección una labor dificilísima como la de capitán y eso lo llevaba a estar muy en contacto con el cuerpo técnico, saber cómo pensábamos... Además, es una persona muy inteligente y uno de esos jugadores a los que de verdad les encanta el fútbol y lo conocen bien. Igual que Pep Martí, que fue compañero suyo y de quien estoy seguro de que también acabará siendo un buen entrenador.

–Aparte de sortear el campo, ¿qué funciones tiene el capitán?

–En los equipos a los que yo entreno, muchísimas. El capitán es un líder, por eso debe ser alguien votado por sus compañeros, nunca impuesto por el entrenador ni por el mero hecho de llevar muchos años en un club. Cumplida esa premisa, el líder lo es todo para un grupo: desde el interlocutor cuando hay una reivindicación hasta el encargado de meter en cintura a los que se desvían del camino. Por ejemplo, Pablo Alfaro fue importantísimo en el desarrollo de Jesús Navas como futbolista. Si él no hubiese sido su capitán cuando tenía 17 años, su compañero de habitación y su guía, seguramente hoy no sería el jugador que es en la Selección y en el Manchester City.

–Por lo que cuenta «El mister», la vida del entrenador hoy es mucho más compleja que hace años. ¿Con cuánta gente despacha usted en un día normal?

–Pues no sabría ni precisarlo. Cuando yo empecé a entrenar, era mi propio delegado, mi entrenador de porteros y hasta mi jefe de prensa. Ahora eso es impensable. Entre el cuerpo técnico al completo, los entrenadores de las categorías inferiores, médicos, fisios, recuperadores, director de comunicación, psicólogos, gente de marketing por si tenemos algún acto del club... por supuesto, el presidente, que es una figura capital porque es quien te tiene que dar confianza. ¿Cuántos llevamos? Quince o veinte por lo menos.

–Y el jugador, ¿ha cambiado mucho en estos años?

–Muchísimo, aunque en casi todo para bien. He tenido la suerte de trabajar en clubes que han mimado la cantera y te sueles encontrar en general con chicos preparados para la alta competición, que es un mundo que puede marearte si no tienes la cabeza en su sitio. Eso sí, debes adaptarte a novedades como las redes sociales, que tienen una gran importancia a esas edades y a algunos futbolistas les han dado problemas. Antes se decía eso de «si bebes, no conduzcas». Hoy podríamos decir «si bebes, no tuitees», porque se puede meter la pata.

–Pepe Mel publicó una novela titulada «El mentiroso» y lo acaban de echar del Betis después de tres años de éxitos. Me acordé de cuando usted decía que en el fútbol todo es mentira.

–Es que todo es mentira. Antes del verano lo renovaron por tres o cuatro años y ahora lo echan por cinco derrotas después de haber llevado al equipo de Segunda a Europa. Tú sabes que no me gusta opinar del Betis para no herir susceptibilidades, pero, dejando a un lado el nombre del club, es increíble que esto siga pasando en un mundo tan profesionalizado. Como si se le hubiese olvidado entrenar desde junio a ahora.

–¿Cómo ve a «su» Sevilla?

–Bastante bien. Han cambiado a más de media plantilla y eso requiere su tiempo, pero bastante bien. Pero, ¿no me preguntas por mi Athletic, mi Deportivo o mi Mallorca...?

–Es que no le interesan tanto, querido amigo.