Latina

De «El corazón loco» a las producciones de la calle Barquillo

Fachada del domicilio social de Pinguin Films, la productora de Javier Bardem, en Chueca
Fachada del domicilio social de Pinguin Films, la productora de Javier Bardem, en Chuecalarazon

Los Bardem son conocidos por ser una familia de artistas. Y lo son. Claro está su reconocimiento público. Pero no sólo lo son en el mundo de la interpretación, sino también en el de los negocios. Actores de día, empresarios de noche. Todos ellos, además de ganarse sus cuartos delante de las cámaras también lo hacen detrás de las barras de restaurantes (es un decir, ellos son más de dirigir, que de dejarse hacerlo), bares de copas o productoras. Así, además de La Bardemcilla, Mónica, quien en su juventud hizo algún que otro pinito como actriz, regenta otro bar similar en el barrio madrileño de Huertas y que de momento no parece tener intención de echar el cierre. Por su parte, Carlos, visto lo rentable que era la taberna de su hermana, abrió a principios del año 2000 otra en la Latina, Corazón Loco, que tiene gran afluencia los fines de semana. Eso sí, verle a él tirando cañas no es una imagen demasiado frecuente. También intentó dar forma a un empresa de realización de productos televisivos, pero todo quedó en nada, a pesar de sus esfuerzos. Aunque quienes se llevan la palma como empresarios son el matrimonio Bardem-Cruz. El hijo mediano de Pilar posee una productora, Pinguin Films, ubicada, curiosamente, muy cerca de La Bardemcilla. Se trata de un ambicioso proyecto que en sus mejores épocas llegó a facturar más de un millón de euros, pero que en los últimos años parece que no le reporta tantos beneficios como esperaba. Con esta empresa produjo un documental llamado «Invisibles», en el que participaron directores como Isabel Coixet y Fernando León de Aranoa, y que no tuvo demasiado éxito en taquilla. El esposo de «Pe» también tuvo otra aventura empresarial con «Pura ficción» y que se quedó en eso mismo, ya que no consiguió sus objetivos marcados. También han intentado probar suerte en el mundo editorial, pero estén tranquilos, ya que no quisieron poner en marcha una fábrica literaria sino ganarse el pan como escritores. Así, Mónica publicó un libro gastronómica «Pimientos rojos rellenos», mientras que el mayor de los Bardem hizo lo propio con «Buziana o el peso del alma». Con o sin pérdidas en sus negocios, la marca Bardem sigue funcionando y si no que se lo pregunten a sus cachés, aunque ésa ya es otra historia.