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Las incógnitas no resueltas de la boda de María Patiño

En medio de la polémica, la periodista continúa sin pronunciarse sobre la validez legal de su boda y disfruta de su "luna de miel"

Boda de María Patiño
Boda de María Patiñolarazon

En medio de la polémica, la periodista continúa sin pronunciarse sobre la validez legal de su boda y disfruta de su "luna de miel".

Y mientras aún resuenan los ecos de los tambores mayas de la sorprendente boda protagonizada por María Patiño y su novio, el actor venezolano Ricardo Rodriguez, surgen numerosas incógnitas sobre la inusual ceremonia elegida por los novios para simbolizar su unión. ¿Por qué no eligieron la tradicional ceremonia cingalesa propia de Sri Lanka? ¿Se han cumplido todos los requisitos para que esta boda pueda inscribirse en el Registro civil de España, único modo de que sea válida legalmente en nuestro país? ¿Por qué no hubo ningún testigo, ni siquiera el hijo de la presentadora, en la boda ?.

¿Se ha casado realmente la periodista por el rito maya?

Según ella misma confesó en su programa, Socialité, se ha casado por el rito maya. El hecho de que hubiera decidido casarse por un rito de origen mesoamericano en un país mayoritariamente budista, nos sorprendió a todos ya que lo más lógico hubiera sido una boda cingalesa, típica ceremonia de Sri Lanka, el lugar elegido por la pareja para sellar su amor.

El ritual maya es una ceremonia simbólica, propia de la cultura maya que se extendió por Mesoamérica hace tres mil años, oficiada en el idioma original indio por un sacerdote o chamán. Él es el encargado de guiar a los novios para que su vida en común reciba las bendiciones de los dioses. El altar es un cuadro maya que visto desde arriba refleja los cuatro puntos cardinales y que se divide en flores, velas o jícaras y a su alrededor, alrededor del cual se dibuja un círculo con azúcar, en el que se sitúan los novios. Antes de la ceremonia, éstos deben darse un baño juntos para purificarse y durante el ritual se queman flores, incienso y canela en una hoguera. Los dioses son invocados mediante cánticos y con música que procede de antiguos instrumentos mayas como caracoles, flautas y tambores. Los novios intercambian sus votos disponiendo las ofrendas para pedir a los dioses que sellen el matrimonio, bendiciendo el amor y la unión.

Sin embargo, en el rito cingalés, la boda se celebra en la fecha decidida por un astrólogo para los mejores auspicios y la ceremonia, denominada “Poruwa” se celebra en un altar o plataforma de madera donde los novios se colocan para el ritual. Está decorado con una alfombra y ofertas como granos, flores, hojas y frutas. El momento que simboliza la unión matrimonial, es cuando atan los meñiques derechos de ambos novios entre sí con un fino hilo dorado. La novia viste un sari blanco y lleva su pelo adornado con arreglos circulares que simbolizan el sol y la luna como símbolo de unión eterna de los dos astros.

En la única fotografía que existe de la ceremonia en la que se ve a los novios de espaldas, junto a algunos indígenas ataviados con trajes típicos, no se observa la existencia de ninguna hoguera o altar maya. Tampoco podría decirse que la sencilla estructura con tres simples palos de madera que enmarca su unión, podría considerarse un altar cingalés, por lo que, resulta imposible catalogar la ceremonia dentro de ninguno de estos ritos. La falta de decoración o simbolismos propios de estas ceremonias milenarias tampoco ayudan a descifrar el origen del rito elegido para sellar su amor. Aunque no hay una fotografía que detalle si hubo o no, atadura de meñiques o intercambio de alianzas, hemos podido observar que, Ricardo Rodríguez, luce ahora una alianza en su dedo anular. Por tanto, lo único que tiene de maya el ritual que siguió la pareja para simbolizar su amor, es la elección del blanco, símbolo de pureza, en la indumentaria de los novios y el hecho de ir descalzos en la ceremonia.

María Patiño continúa soltera en España... y en el resto del mundo

En cualquier caso, ni el rito maya ni el cingalés, tendrían validez legal en nuestro país si no se siguen una serie de pautas jurídicas encaminadas a legalizar la unión posteriormente en España. Para poder inscribir el matrimonio en nuestro país hay que poner la apostilla de La Haya, que es un certificado de autenticidad que permite saber a los organismos españoles que este matrimonio ha sido válido en Sri Lanka. Y este trámite conlleva un tiempo para hacer los preparativos, que si hacemos caso a lo confesado por la periodista, no han tenido.

Dado que, tal y como la propia María Patiño explicó, decidió la boda pocos días antes del viaje a Sri Lanka cuando encargó el vestido a su amigo, el diseñador vasco Ion Fiz, es improbable que hubieran realizado los trámites para que esta ceremonia sea algo más que un símbolo de su amor. “No he preparado absolutamente nada. Se decidió el día antes y fue cogiendo forma una semana antes, con el traje. No tenía nada planificado, pero ha sido todo maravilloso, llegué aquí y coincidió que podían hacer lo que yo siempre había soñado. Me dijeron que me dejara llevar, que lo dejara fluir y fluyó. No imaginé que Sri Lanka iba a ser tan especial”, confesaba la presentadora a Socialité.

Por tanto, podemos afirmar que, siguen solteros hasta que decidan hacer un enlace legal en nuestro país, bien ante notario, en un juzgado o por la Iglesia y con sus papeles ya en regla, pidan un certificado literal de su matrimonio y lo inscriban en el Registro Civil de España. Quizás ese sea el motivo por el que María Patiño ha rehusado contestar a la pregunta del millón, que le formuló su colega Isabel Rábago referente a sí pensaba legalizar su boda en España o era, una mera ceremonia simbólica.