Opinión

Bollaín podría dirigir ahora «perdónanos AMLO»

La cineasta Icíar Bollaín
La cineasta Icíar BollaínJesús DigesAgencia EFE

Se celebró un congreso sobre la energía positiva y no han aclarado si esa energía, tan aplaudida y recomendada, también ha subido de precio. Ha brillado mucho en la convención del PP: leo que el «casadismo» se consagra con un baño de unidad, pero ya se sabe que eso dura lo que uno o una tarda en secarse el pelo. Son consagraciones eventuales para primeras comuniones de fans: se quedan en una foto, como todas las primeras comuniones. En este mundo buenista las palabras diálogo y perdón reinciden hasta el éxtasis: ahí tienen al agente 007 convertido en fray James. Recuerdo, hablando de diálogo, lo que me contabaLucía Bosé de su romance con Luis Miguel Dominguín: «Nació la pasión porque no nos entendíamos. Yo hablaba solo italiano y él, español. Cuando llegamos a entendernos, empezó la crisis».

El Papa ha pedido perdón a México por la Conquista, como si fuera un Hernán Cortés todo vestidito de blanco con la mitra rendida a los pies de AMLO. Reconoce los errores del pasado, obviando la opinión de los historiadores sobre la inconveniencia de juzgar tales errores con criterios del presente. Esperemos una inspiración más potente del Espíritu Santo para saber si Caín tendría que pedirle perdón a Abel, Jehová a la mujer de Lot por haberla convertido en estatua de sal, Eva a Adán por haberle dado la manzana ponzoñosa, etc. En fin, como el presidente mexicano y otros insisten en el perdón, una solución podría ser queIcíar Bollaín, después del éxito de «Maixabel» (a punto de lágrima me tuvo en algunas escenas, y no digamos a Marlaska), dirigiera la película de la definitiva reconciliación entre España y México: «Perdónanos, AMLO». Creo que podría dar para una tetralogía o más: «Perdónanos, Maduro», «Perdónanos, Ortega», «Perdónanos, Luis Arce»… Todo con la idea de remover los sentimientos más puros para que unidos, coloquemos un ramo de rosas rojas y una blanca a los pies de la tumba de Cuauhtémoc. Y a Hernán Cortés que le den.