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Nada de cremas: Carmen Calvo cree que cantar la Internacional rejuvenece

La ex vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Carmen Calvo Poyato, interviene en el acto de entrega de los premios “Convivencia y Tolerancia”, a 16 de septiembre de 2021, en Madrid, (España). Entregado por el Consejo General de Procuradores de España, Calvo recibe el premio “Convivencia y Tolerancia” en su 17ª edición, correspondiente al año 2020, por la labor realizada en favor de la Igualdad, en materia de conciliación y en la lucha contra la violencia de género.16 SEPTIEMBRE 2021Cézaro De Luca / Europa Press16/09/2021
La ex vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Carmen Calvo Poyato, interviene en el acto de entrega de los premios “Convivencia y Tolerancia”, a 16 de septiembre de 2021, en Madrid, (España). Entregado por el Consejo General de Procuradores de España, Calvo recibe el premio “Convivencia y Tolerancia” en su 17ª edición, correspondiente al año 2020, por la labor realizada en favor de la Igualdad, en materia de conciliación y en la lucha contra la violencia de género.16 SEPTIEMBRE 2021Cézaro De Luca / Europa Press16/09/2021Cézaro De LucaEuropa Press

No son lenguas viperinas para sus partidos o ex partidos, porque es cosa sabida que después de tantos años interpretando la misma comedia a los actores les resulta imposible hablar mal de la obra, pero se lo pasan pipa en las tertulias televisivas. Charlaban el otro día Carmen Calvo, García-Margallo y Pablo Iglesias de las residencias de ancianos y el ex ministro de Exteriores del PP confesó que no le gustaría ir a ninguna pública: «Prefiero que me den una ayuda económica para que me cuiden en casa». Y añadió con gracia sandunguera que cada vez que se encontraba con Pablo (Iglesias) pensaba: «Éste me mete en una residencia pública». Carcajadas no enlatadas. Repuso en seguida el ex vice segundo de Sánchez cargando el tono morado de su ironía leninista: «Sí, y la residencia podría llamarse “El Gulag” y todos los abuelitos del PP cantarían la Internacional cada mañana». Más carcajadas. Observando la cara que se le había quedado a Margallo, la ex vicepresidenta primera le aclaró al ex ministro pepero: «Tranquilo, la Internacional te rejuvenece como el ácido hialurónico». Animada por el jolgorio, remató: «También podrás cantar ‘Asturias, patria querida’ pero con la letra de la Internacional». Para terminar partiéndose la caja, sólo les falto despedirse a coro como Tip y Coll: «Y la semana que viene hablaremos del Gobierno». Descacharrante. Y si las tertulias tienen el poder de transformar a los políticos cesantes en aspirantes al Club de la Comedia, cosa que siempre es muy de agradecer, parece que MasterChef obra otro prodigio: saca a la luz del plató el alma oscura de los concursantes y a veces los transfigura en los pequeños monstruos que nunca fueron o no pareció que lo fueran. Hablo de Verónica Forqué, dulce, amable y casi celestial durante toda su vida, y ahora convertida en una capitana «odiosa, antipática y mala persona», según ella misma. Y miren a Celia Villalobos. Para muchos, salió irreconocible del citado programa, defendiendo la Ley Trans con el caso Ángela: «Antes era el maricón de su pueblo y ahora es Miss España». Tamara Falcó se salvó del maleficio de MasterChef merced a la Virgen de la Alegría, ante la que se postra todas las noches. Y conserva fresco su cutis sin cantar «La Internacional». Aún.