Opinión

La crónica de Amilibia: Pablo Iglesias y los huevos ucranianos

El líder de Podemos, Pablo Iglesias
El líder de Podemos, Pablo IglesiasChema MoyaAgencia EFE

Mientras en España florecen los almendros y en Ucrania los tanques, Yolanda Díaz arranca esta primavera su proyecto transversal a la izquierda de la izquierda con un «proceso de escucha». Pueblo, escucha, la Yoli está en la lucha. Nada como una guerra ajena para espantar las guerras propias. Dicen los analistas que la guerra del PP y su etapa posterior, con una oposición en plan reina madre, cosa fina, ha estimulado a la vice segunda. Las guerras ajenas le ponen. Considera que la batalla interna de los populares potencia la desafección de la sociedad con la política. «Hay una brecha enorme entre la ciudadanía y los partidos políticos», dijo la Díaz en la tele. Y para oír cantar a las alondras del desencanto, inicia una larga gira de galas. En esta ocasión no le acompañarán Rigoberta Bandini y las Tanxugueiras.

La Yoli es la priora del convento rojo que quiere escuchar en confesión a los del puño alzado, a ver que pecadillos asoman por la desafección y así elegir la fórmula pía que cicatrice la brecha enorme entre la gente y los clanes políticos. Pero antes ya ha dejado claro el primer enunciado de su credo: «El comunismo es la democracia y la igualdad». Así lo ve desde la altura de sus «manolos». Su gira no la llevará hasta Ucrania, donde podría escuchar a los voluntarios civiles que lanzan cocteles molotov contra los tanques rusos la opinión que les merece la sugerencia de rendición de Pablo Iglesias y su negativa al envío de armas. «Hay que poner todos los huevos en la cesta de la negociación», aconseja. Sí, los huevos a la cesta para que Putin haga de Ucrania una gran tortilla sin pasar por el programa de televisión MasterChef.