Opinión

La crónica de Amilibia: El ministro Albares, a los altares

LUGO, 16/09/2022.- El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, durante su participación en los Encontros de "El Progreso", este viernes en Lugo. EFE/Eliseo Trigo
LUGO, 16/09/2022.- El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, durante su participación en los Encontros de "El Progreso", este viernes en Lugo. EFE/Eliseo TrigoEliseo TrigoAgencia EFE

Tamara Falcó es tan buena que podría perdonar a Íñigo Onieva si recibiera una señal de la Virgen de la Alegría después de sus oraciones diarias. Digo yo. Íñigo también podría alcanzar su misericordia si hiciera penitencia de alguna forma que le fuera grata a la marquesa. Por ejemplo, peregrinar a Santiago haciendo todo el camino desde Madrid en pleno invierno y luego ponerse a la cola del Cristo de Medinaceli. De momento, Íñigo ha vuelto a casa de su madre, como un millennials empobrecido repentinamente. José Manuel Albares, nuestro ministro de Asuntos Exteriores, iguala a Tamara en bondades diversas. Ahora que la única alta fidelidad conocida es la de los equipos de sonido, responde así en LA RAZÓN cuando le preguntan si Él volverá a presentarse a la presidencia en 2023: «No tengo la menor duda que se presentará y ganará las elecciones. Además, él lo ha expresado así y siempre cumple su palabra».

Confesar sin temblores de voz y sin colores en el rostro que «él siempre cumple su palabra» es la más alta prueba de amor incondicional y adhesión inquebrantable al Jefe de los últimos tiempos. Una devoción similar a la de Tamara por su Íñigo antes del beso con la otra. A mí me inspira hasta ternura. Más: después de leer la frase tres veces, tres, se me han humedecido los ojos, porque Albares ha añadido con la misma firmeza: «El español está completamente protegido por el Gobierno de España». Conmovedor. Seguramente ahora estará aplaudiéndole muy emocionado el padre del niño de Canet, Javier Pulido.

Se le olvidó decir que si Putin continúa con sus amenazas atómicas, él sólo ve una solución: enviar a Moscú a ZP, nuestro gran hombre de paz después de Otegi, como mediador. Albares, a los altares.