Opinión

El diario de Amilibia:El rico chalaneo de Koldo y Cía.

Son gente quizá de escasa hondura, pero de buen fondo: en sus contratos había una cláusula «contra la corrupción y las prácticas deshonestas»

El exministro José Luis Ábalos sale tras ofrecer una rueda de prensa en la que ha anunciado que mantiene su acta de diputado por Valencia en el Congreso y que pasará al grupo mixto, con lo que desoye la exigencia del PSOE que le dio un plazo de 24 horas para dejar su escaño ante el caso Koldo © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 27 02 2024
El exministro José Luis Ábalos sale tras ofrecer una rueda de prensa en la que ha anunciado que mantiene su acta de diputado por Valencia en el Congreso y que pasará al grupo mixto, con lo que desoye la exigencia del PSOE que le dio un plazo de 24 horas para dejar su escaño ante el caso Koldo © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 27 02 2024A R Roldán

La verdad: no sé si el caso Koldo, el caso Ábalos, el caso Sánchez, es buena o mala publicidad para la marisquería madrileña La Chalana, donde mayormente se reunían los conseguidores o comisionistas de la trama y por ello ha brillado varios días en los telediarios. Chalana, reza el diccionario, es «embarcación menor, de fondo plano, proa aguda y popa cuadrada, que sirve para transportes en aguas de poco fondo». Ellos, Koldo y Cía., son gente quizá de escasa hondura, pero de buen fondo: en sus contratos había una cláusula «contra la corrupción y las prácticas deshonestas». Nada como dejar las cosas claras. Chalán, adjetivo, es el que trata de compras y ventas, el tratante persuasivo. La Chalana se convirtió, pues, en ideal para su chalanear: el chalaneo se lleva muy bien con el marisco.

Lenguas viperinas cuentan que se reunían allí porque al aizkolari fondón, Koldo, le permitían partir los centollos y los bogavantes del Cantábrico con su hacha favorita. También hablan de lo curioso que resulta que, degustando ricos y hermosos carabineros, no percibieran que les grababa la Guardia Civil. No podían estar en todo. Por otro lado, es incierto (está comprobado) que la marisquería regale el libro «Ostras, es Él» a todos los que pidan mejillones al Waterloo y un poco de amnistía en la cuenta. Ni tan siquiera es verdad que regalen el best-seller «La sobrasada de Armengol» a los que pidan langosta roja, gamba roja y bogavante rojo a la mallorquina.

Ante la creencia de que «si quieres prosperar, en La Chalana has de quedar», la marisquería aclarará un día de éstos, imagino, que no es responsable del alma de sus clientes ni del ácido úrico de los glotones. Quién les iba a decir a Koldo y Cía. que su chalana acabaría en «Titanic».