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La pasión oculta de Isabel Díaz Ayuso desde 1978 sale ahora a la luz

La presidenta de la Comunidad de Madrid había dado pistas sobre esta afición tan curiosa en sus redes sociales, pero hasta ahora no lo había confesado

Isabel Díaz Ayuso
Isabel Díaz AyusoInstagram

Isabel Díaz Ayuso sabe a la perfección que parte de su éxito en las urnas reside en que se muestra de forma natural y cercana en las redes sociales. Puede gustar más o menos, pero al menos no se oculta tras las cámaras, sino que se luce siempre que encuentra una buena excusa. Comparte fotos con personalidades del espectáculo y otros ámbitos, también imágenes cotidianas que suponen píldoras sobre su parcela más íntima. Así ha sucedido ahora, cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid ha querido desvelar una de sus pasiones ocultas, la cual parece llevar desarrollando y perfeccionando desde el preciso instante en el que nació. Algo de lo que ya había dado pistas en sus redes sociales, pero que no había confesado de forma tan tajante ante sus más de 600.000 seguidores.

A Isabel Díaz Ayuso no le importa mucho abrir el baúl de los recuerdos y compartirlo con sus seguidores de Instagram. Así lo ha vuelto hacer al desempolvar una fotografía de su infancia en la que aparece acariciando un perro, mostrando su lado más tierno y vulnerable. Y es que los animales son su debilidad, pero los perros quizá lleguen a su corazoncito más que ningún otro.

“Tocando perros. Oficio tradicional desde 1978”, escribe divertida la política, que además de la imagen de sus años mozos ha compartido un carrusel de instantáneas más recientes en las que se la ve acariciando a una decena de perros. Y siempre tiene una sonrisa en el rostro, lo que confirma que lo hace de lo más feliz, en un gesto innato que ya hacía desde pequeña.

Pero tal es la afición de Ayuso por tocar perros, que incluso en su cuenta personal de Instagram hay muchas otras imágenes en las que practica este curioso hobby. Entre fotografías que muestran su labor en la política y demás funciones de representación de la Comunidad de Madrid, la presidenta cuela otras fotos posando feliz con animales, especialmente con perros. Pero hay uno que tiene más protagonismo que otros.

Se trata de Bolbo, su labrador color marrón que llenó el vacío que dejó su fracaso amoroso con Jairo Alonso. Un can que fue un obsequio de sus íntimos amigos, a sabiendas de que estaba atravesando un momento delicado y tan solo un fiel compañero podría ayudarla a remontar el ánimo. No se equivocaban. Le acompaña siempre que hace salidas en su vida privada e incluso se lo lleva a la casa de su familia y amigos, pues Bolbo es uno más y siempre es bienvenido.