Grupos

Rociíto se enfada por un disco publicado sin su permiso

Rocío Carrasco no conocía la existencia de este nuevo disco sobre su madre
Rocío Carrasco no conocía la existencia de este nuevo disco sobre su madrelarazon

A la superheredera le pertenecen todos los derechos de copia, grabación y reproducción, de ahí la sorpresa y casi enfado actual que ha comunicado a su prima Chayo, quien le informó de esta insólita grabación que es ya una pieza de coleccionista. Resulta exclusivo y es fruto del trabajo exhumador de un devoto de la chipionera. Sólo lo venden en El Corte Inglés, que, a semejanza con el asfixiador FNAC, hace desaparecer su hasta ahora amplia sección de vídeos y discos que cada vez estaba más arrinconada. Lo supera la facilidad de descargar por internet. Está claro que pierden terreno y los grandes almacenes de Sol trasladan sus colecciones, donde aún venden vinilos, a Callao, pero limitados de espacio. Yo era habitual como en tiempos del Virgin Records en sus dos locales de Times Square –que era un paraíso perdido donde pillabas de todo– o el más recoleto del bajo Broadway, allí llamado Tower Records. Eran templos para la busca y captura, donde siempre descubríamos algo nuevo y gran parte de mis 600 discos con grabaciones piratas de la Caballé –que el próximo día 28 recibe un homenaje enorme en Sofía (Bulgaria) montado por Vito Monturioli– proviene de esos fondos.

Lo que no hicieron en vida, un cara a cara, lo consiguen después de fallecer. Otra victoria sobre la muerte de doña Concha y Rocío Jurado, juntas oportunistamente, y con un gran sentido comercial, en un doble álbum donde la tonadillera valenciana canta desde «La Ruiseñora», uno de sus pasacalles más emblemáticos, hasta «Triniá», «Me casó mi madre» y la añorada «Catalina». Rocío ofrece un repertorio menos conocido con saetas –que luego nunca cantó en directo porque se creía incapaz y sin estilo–, muchos fandangos al lugar donde nació ese gran hombre –sufrido, callado y resignado– que fue Pedro Carrasco, del que llegó a decirme desesperada que «dormimos juntos, pero lleva un año sin hacerme el amor». Y es que lo tenía harto, como nunca lo estarán sus seguidores –entonces aún no eran fans– con estas joyas recuperadas. Tales como «Qué me pasa contigo», «Carnavalito del picaflor» y «No digas que tu dinero». Veinte temas para la Piquer y 17 evocadores de una Rocío juvenil de los tiempos en los que debutó en Los Canasteros gracias a «Concha la del Jonhy» que, paradójicamente, la recomendó aunque era íntima de la valenciana, a quien le echaba las cartas. Porque aterra el miedo de Rocío a los espiritismos de esa emperadora del cante que pisa la escena con idéntica majestuosidad a Juanita Reina. Cuando sufría una afonía no se cortaba en comentar: «Doña Concha ya me ha metido en el congelador». Y es que la creadora de «Cría cuervos» y «La guapa» ya intuyó en los años 50 la competencia entre la Rocío debutante, que encandilaba con su simpatía y con su voz, cuando aún no soñaba con ser la baladista potente, de enorme garganta, descubierta por Manuel Alejandro –que en eso de descubrir voces también lo hizo con Raphael–. Un disco inestimable, una pieza única con una portada sugerente donde el dúo aparece enfrentado. Es un montaje gracias a las técnicas que las pondrían de los nervios si lo hubiesen oído. Piquer se retiró en 1957 y Rocío al morir en 2006. Pero ahí están sus cantos y sus coplas. Aún resultan inseparables, y el CD lo demuestra.