Asia

Buenos Aires

Torrettta: «La clase política tiene que cambiar de traje, de corbata...»

Roberto Torretta / Diseñador. El creador refresca su identidad en la colección que presenta mañana en la Fashion Week Madrid

Roberto Torretta
Roberto Torrettalarazon

No es un advenedizo. Roberto Torretta sabe lo que cuesta un peine. O mejor, un metro de cuero. Es uno de los veteranos de Cibeles, ahora Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Debutó en la moda en 1972, cuando se instaló en Madrid procedente de su Buenos Aires natal. Estuvo detrás de la apertura de Berlín, tienda emblemática y favorita de la «Movida» madrileña. Ha llovido algo desde entonces. Y ahora, desde su atelier en el barrio de Tetuán echa un último vistazo al bajo de los «looks» de su próximo desfile, mientras una actriz acude a probarse un vestido que le queda como un guante. No es para menos. El estilo de Torretta, siempre depurado en las formas y en la silueta, le lleva a vestir a la mujer para que se sienta elegante y cómoda, sin que ninguno de estos dos adjetivos se pongan de uñas. Mañana se subirá a la pasarela con una colección donde las faldas se acortan, las chaquetas se hacen masculinas y las bufandas se convierten en cuellos de prácticos.

–Ha cumplido 30 años desfilando en la Fashion Week Madrid. ¿No se agota la adrenalina?

–Nunca. Me gusta estar activo. Aunque mi hija me está ayudando y espero que haya una continuidad de la firma a través de ella, me siento fuerte y activo como para seguir adelante.

–Hubo un día que Javier Larrainzar se cansó de desfilar, cerró su taller y se montó un chiringuito en Marbella...

–No me veo yo en un chiringuito. Estoy encantado porque la pasarela es un escaparate para enseñar mi trabajo, me apasiona mi profesión. Además está hecho a mi medida, porque soy un hombre bastante anárquico y ser creador me permite no tener horarios.

–¿Anárquico? No tiene pinta...

–Es interesante la imagen que podemos proyectar a los demás y la que nos creamos. No soy de madrugar y lo mismo puedo estar doce horas trabajando un día que la jornada siguiente sólo le dedico seis al diseño.

–La colección que veremos mañana parte del negro como hilo conductor. ¿Una mujer puede vivir sin el negro en su armario?

–Según mi concepto de la elegancia, no. Es un imprescindible junto al marino. Pero no es el único que se verá en la pasarela: lo combino con burdeos, beige, rosa palo y verde botella.

–¿Tiene color tabú?

–Los amarillos me cuestan muchísimo, para incluirlo en mis prendas tiene que ser un tono muy especial. Para mí, los colores primarios son tabú. Prefiero los pantone manchados.

–Trabaja el cuero como pocos. ¿Le irrita la piel cuando ve a una mujer con ante o napa de imitación?

–La polipiel no existe. O es cuero o es plástico, en el medio no hay nada. Al margen de esto, la elección es una cuestión personal, puesto que hay tejidos que sólo los disfrutas tú cuando los llevas puesto. Por ejemplo, un cashmere sólo se descubre que lo es realmente cuando lo tocas. Con el cuero pasa igual. Además, a medida que pasa el tiempo, va mejorando, algo que no ocurre con ningún otro material.

–¿Nos meten gato por liebre?

–La mujer ha aprendido mucho en los últimos años, sabe lo que compra y nadie se deja engañar.

–Tiempo de vacas flacas. ¿Ha pensado en tirar la toalla?

–No. Las cosas se complicaron mucho, pero esto es lo que nos ha tocado y hay que salir adelante superando el pánico inicial que nos paralizó en 2008, analizar la situación y meterle mucha creatividad, no sólo en los diseños sino también en cómo vendes, en dirigir la empresa, buscar canales de distribución. Eso es lo que hemos hecho.

–Hay quien dice que la moda española siempre ha estado en crisis.

–Está claro que son ciclos, aunque nunca ha sido tan fuerte como ahora. Lo que toca ahora es mirar hacia adelante e imaginarse cómo va a ser la moda después de la crisis.

–Dígame cómo.

–Yo me imagino una moda internacionalizada, no se puede depender sólo del consumo interior. Va a ser muy difícil recuperar la red de tiendas multimarca de nuestro país que ha desaparecido. –En nuestro caso, mirar fuera exige cuidar todavía más los procesos para recuperar lo artesanal.

–Algunos tuvieron la tentación de bajar precios y rebajar calidad, para vender....

–Para mí es un error. Otros pensaron que la solución pasaba por apostar por lo que seguro se iba a vender, haciendo un producto más que una colección de diseño. Yo creo que estamos llamados a crear cosas nuevas para estimular al que está al otro lado para que compre.

–Mira al exterior. ¿Hacia dónde?

–Estamos poniendo las bases de una estrategia de ventas en Asia. Estos días recibo a un distribuidor que nos permite, teniendo a Corea del Sur como base, dar a conocer nuestra firma y, a partir de ahí, movernos en las diferentes plazas con todas las limitaciones que se nos plantean por los diferentes escenarios geopolíticos que nos encontramos.

–¿La corrupción política ha dejado este país en cueros?

–Sinceramente, sí. Tengo un sentimiento de tristeza por el momento que está pasando España. Llegué aquí en 1974, viví toda la Transición y siento pena porque se haya caído todo. También considero que se ha reaccionado, se está volviendo a recolocar el país con mucho sufrimiento y se van a poner las bases para retomar el camino.

–¿Tiene que cambiar de traje la clase política?

–De traje, corbata, camisa... El modelo de político tiene que cambiar con esta crisis, estoy convencido de que surgirá una nueva forma de ser y hacer.

–Argentino de pro. ¿Quién es su mejor embajador: Messi o Francisco?

–El otro día me contaban un chiste: los argentinos a estas alturas no sólo podemos expropiar, sino que también podemos hasta excomulgar... Tenemos una representación internacional importante. No se olvide que también está ahí Máxima Zorreguieta. Cada uno en su sector, juega un papel clave, aunque yo me tengo que confesar fan del Papa. Creo que está planteando unas premisas fantásticas para la Iglesia. Y lo mejor, las está cumpliendo.