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Opinión

A ver, ¿qué corrupción queremos?

Y si no es posible elegir qué corrupción nos place más, siempre podremos visitar “El asador Guadalmina”, y miccionar sobre los corruptos de la última hornada

Irene Montero Gtres

Ha dicho Irene Montero: “No vamos a elegir entre lo malo y lo peor, entre la corrupción del PSOE y la corrupción del PP”. Aclarado esto, añadió que “el tiempo del partido socialista como referente progresista ya ha terminado”, y abogó por Podemos para construir una nueva mayoría electoral feminista, plurinacional y protectora de los servicios públicos. Le grito al televisor que lo democrático sería que el personal pudiera elegir qué corrupción prefiere, pero los comunistas son muy suyos: siempre han preferido la caca propia, pero, eso sí, envuelta con lacito rojo y muy aromatizada. Sigue Irene diciendo, tan cándida la infeliz, que “debe ser devuelto hasta el último euro robado”. No lo verán sus progresistas ojos, ni tan siquiera modernizando el “solo sí es sí” para declarar ilegales mordidas y chupones sin consentimiento previo.

"Siempre podremos visitar “El asador Guadalmina”, y miccionar sobre los corruptos de la última hornada"

La suya no es una elección difícil. Como dice mi vecina Alicia, sanchista de fe ciega, “prefiero el peor Sánchez al mejor Feijóo”. Ahí está el Aleph de la política española. Como bien ha apuntado Marisú, garantizar la corrupción cero es imposible, así que habrá que tener en cuenta (atenta, Irene) aquello que dijo Julio César Turbay Ayala, presidente colombiano, en su campaña electoral del 78: “Tenemos que reducir la corrupción a sus justas proporciones”. Lo ha recordado oportunamente Andrés Trapiello. A ver cómo se hace tal cosa en la España de la guasa, donde el ex secretario de Organización del PSOE se llama Santos; el presidente del TC, Cándido, y la ponente de la Ley de Amnistía, Inmaculada. Y si no es posible elegir qué corrupción nos place más, siempre podremos visitar “El asador Guadalmina”, y miccionar sobre los corruptos de la última hornada: sus fotos están en el interior de los inodoros, solo hay que apuntar bien. Ahí tienes un servicio público ejemplar, Irene.