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Ganó el sida

La Razón
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A mediados de los 80, caídas las dictaduras militares iberoamericanas por efecto dominó y porque EE UU derogó su ley de Seguridad Nacional que intervenía en el patio trasero americano, el Departamento de Estado predijo que los iluminados de uniforme intentarían volver al poder. En Argentina los tenientes coroneles Seineldín y Aldo Rico se sublevaron en Campo de Mayo chantajeando al presidente Raúl Alfonsín. Liberados, fundaron partidos políticos y el último obtuvo un acta de diputado. El venezolano Hugo Chávez, tras una asonada sangrienta, sólo cumplió dos años antes de hacerse con el poder democráticamente. Ahora le toca en Perú al teniente coronel Ollanta Humala, implicado en cuartelazos contra los Gobiernos de Fujimori y Alejandro Toledo. En Suramérica los militares siempre llaman dos veces: primero con los fusiles y después con las urnas.

El resultado ha sido tan apretado que parece que tanto da a los peruanos el militarote fascistoide, amerindio racista, hijo putativo de Chávez y ahora de Lula, como la geisha Keiko, hija de la corrupción y el asesinato. La definición de Mario Vargas Llosa: «Hay que elegir entre el sida y el cáncer». Ha sido un vodevil. El ex presidente Toledo ha apoyado al hombre que le quiso derrocar, como el último Nobel de Literatura y su hijo Álvaro, quizá porque el truhán de Fujimori les hizo sufrir hasta el exilio. Y el ex presidente «socialista» Alán García respaldó a la japonesa. Es metafísicamente imposible que Humala no acabe alineándose con el chavismo, el eje bolivariano tejido desde Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Venezuela y hasta Argentina si sigue siendo peronista. Al menos la china sólo quería indultar a su padre.