Galicia

Contradicciones sin fin por Toni Bolaño

La Razón
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Rubalcaba después de la ejecutiva de hoy se siente respaldado por la dirección. La sorpresa hubiera sido si la ejecutiva, que formó a su imagen y semejanza, hubiera adoptado la postura contraria. Sin embargo, no todo ha sido unanimidad. El señor Griñán –así se ha referido Rubalcaba al presidente andaluz– ha liderado la crítica. Hoy el secretario general respira porque dice que le han respaldado hasta 2016 –después de las catalanas ya veremos- pero las aguas bajan revueltas y, lo que es peor, a perro flaco todo son pulgas. Sin embargo, los problemas del PSOE no se centran sólo en el liderazgo de Rubalcaba, sino en la incapacidad de Rubalcaba para marcar el liderazgo y dar solución a las contradicciones en el socialismo español.

Estas contradicciones se van agudizando con el tiempo y por la pérdida de respaldo popular. El PSOE no se reconcilia con sus electores y Rubalcaba no parece que tenga la llave que permita una vuelta de tuerca. Los socialistas perdieron más de cuatro millones de votos en 2011 y la sangría se cuenta por convocatoria electoral. Siguen siendo vistos como los culpables de casi todo y los ciudadanos les siguen teniendo manía, como acertadamente dice José María Barreda. Con todo este lastre, Rubalcaba está satisfecho. Tiene el respaldo hasta 2016. El estará tranquilo. El PSOE no tanto porque sus contradicciones no parecen tener fin.

Autocrítica. Su ausencia es la madre de todas las contradicciones. Mayo de 2010 marcó un antes y un después en las políticas socialistas. Zapatero se plegó a las exigencias de Merkel y aplicó unos recortes que los votantes no entendieron. Han pasado dos años, y excepto Carme Chacón en su documento «Mucho PSOE por hacer» nadie ha abierto la boca para disculparse ante los ciudadanos. De hecho, Rubalcaba inspiró un documento que iba firmado por el colectivo «Yo también estuve allí».

Modelo de Estado. Rubalcaba se ha apuntado al federalismo que auspician los socialistas catalanes. Lo ha hecho sin demasiado entusiasmo y sin concretar qué entiende por federalismo. Sin embargo, en el PSOE no hay unanimidad. Coexisten desde los más jacobinos –con un discurso muy similar a algunos dirigentes del PP– hasta los que defienden que España sólo seguirá siendo España si se reformula el Estado autonómico. La convocatoria de las catalanas no ayuda al debate interno y más cuando los socialistas catalanes han aprobado en su programa una reforma constitucional que reconozca el derecho a decidir. El PSC ante una consulta votará contra la independencia. Quiere que sea legal y ajustada a la ley, pero el sólo hecho de reconocer su existencia ha abierto una seria grieta en el PSOE.
 

Modelo económico. El PSOE está desorientado ante la política de recortes que marca Merkel. La llegada de Hollande al Elíseo abrió la puerta a otro tipo de políticas. Sin embargo, el PSOE de Rubalcaba se ha enquistado en la crítica pero no tiene iniciativa en el campo económico con propuestas sobre la dación en pago, sobre la reforma financiera o sobre los impuestos a las mayores rentas. El PSC ha apuntado un nuevo camino en materia fiscal, pero Rubalcaba no se atreve a seguirlo.

La batalla ideológica. Las derrotas electorales han conllevado una derrota ideológica frente al PP. Los recortes no han tenido el impacto electoral previsto por Rubalcaba. Galicia es un buen ejemplo, porque los ciudadanos consideran que algo hay que hacer para levantar cabeza, y la defensa de los derechos civiles ha quedado diluida con la crisis.