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Dinamarca

Lars von Trier: «Simpatizar con Hitler Es estúpido»

Lars Von Trier fue declarado ayer «persona non grata» por el Festival de Cannes, que lo condenó por haber utilizado el marco del certamen para hacer unas declaraciones que consideran intolerables e inaceptables.

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Eso quiere decir que no puede entrar en las instalaciones del Palais des Festivals. Si ganara un premio el próximo domingo, no podría recogerlo. Lo entrevistamos ayer en el Hotel Le Mas Candille, a veinte minutos de Cannes, y parecía tranquilo. Le temblaba la mano al coger su vaso de agua, pero no más de lo habitual. De lo que nos dijo, en ocasiones contradictorio, se extrae una conclusión: que ha pedido disculpas obligado por las circunstancias, pero no lo siente en absoluto. En todo caso, Von Trier ha conseguido lo que quería: acaparar los titulares de la Prensa dos días consecutivos. Aunque, quizá, sus provocativas palabras –recordamos que se confesó nazi y simpatizante de Hitler– le han apeado prematuramente del podio de los posibles ganadores de la Palma de Oro.

-¿Cómo se siente?
-Fatal.

-¿Puede explicarse un poco más?
-Bueno, que el titular de un periódico ponga «Cerdo nazi»… es interesante, pero a mi familia no le ha hecho mucha gracia.

-¿Y lo de «persona non grata»? ¿Qué opina su familia?
-Están orgullosos de mí.

-Cuando se declaró nazi en la rueda de Prensa…
-No fue una declaración. Si la hubiera hecho en Dinamarca, todo el mundo me habría entendido. Allí saben que a los alemanes los llamamos despectivamente nazis, y a eso me refería. Cuando me enteré de que mi padre no era mi padre, y que mi nuevo padre era alemán, me convertí en un nazi a ojos de los daneses. El miércoles mis palabras fueron sacadas de contexto. Lo mismo con Hitler: yo no puedo simpatizar con Hitler, eso es estúpido. Lo que quería decir es que me podía poner en su lugar, imaginándole sentado en su búnker, solo. En esa situación puedo percibirlo como un ser humano.

-Pero se ha disculpado…
-La expresión «lo siento» me parece un poco hueca y superficial. Es muy americana: me imagino a Clinton diciéndoselo a su mujer. Pero sí, lo siento: no pretendía herir a nadie con mis palabras. Y me disculpo con Gilles Jacob y Thierry Fremaux (presidente y delegado general del certamen), con los que siempre me he llevado muy bien.

-En un artículo de la revista del Danish Film Institute, usted ya se refería a «Melancholia» como «una película demasiado nazi».
-Estábamos hablando de la influencia del romanticismo alemán en mi último trabajo. Wagner, por ejemplo, fue la fuente de la estética del Tercer Reich. El nazismo se apropió de esta tendencia, que está en el filo del mal gusto y lo kitsch. Y el prólogo de «Melancholia» está iluminado por esa estética. Fue en ese sentido que dije que la película era demasiado nazi.

-¿Y este «FUCK» que lleva tatuado en los dedos de la mano?
-Me lo tatué hace seis meses. Gilles Jacob publicó en un libro que una vez fui un rebelde. Y como tengo 55 años y he atravesado la crisis de la mediana edad, pensé que tatuarme «FUCK» era mi modo de volver a serlo. Mis hijas me han avisado de que es para toda la vida, de que no podré borrármelo nunca.


Sin bromas
Kirsten Dunst, protagonista de «Melancholia», se pronunció ayer sobre la polémica al asegurar que «uno no puede bromear sobre si es nazi», aunque también comentó que «en la personalidad del director está el aspecto de hacer bromas. Al menos, estamos en competición y le van a juzgar por los méritos del filme». Charlotte Gainsbourg, la otra protagonista, canceló sus entrevistas bajo la excusa de estar indispuesta.