Cataluña

Alegato reformista

La Razón
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Nuestro Foro de Debate LA RAZÓN de... celebrado ayer reunió en torno al presidente de la CEOE, Juan Rosell, a principales dirigentes políticos y empresariales de España, pues no en vano se trataba de su primera gran comparecencia pública desde que fuera elegido presidente de la patronal. Rosell accedió a este cargo en un momento complejo de la economía española y delicado para la propia organización. Una abultada mayoría en las elecciones de la patronal le confirió un espaldarazo importante para un proyecto con objetivos meridianos. Rosell ha supuesto una apuesta rotunda por las reformas estructurales, el diálogo social, la recuperación del crédito de la economía de libre mercado, la ampliación de las bases del consenso social y la salvaguarda del estado de bienestar, entre otras. Y todo ello bajo los signos de identidad que han marcado su trayectoria profesional: moderación, diálogo y consenso en torno a planteamientos tranquilos pero contundentes. Sobre la propia organización empresarial, el proyecto de Rosell se ha centrado en impulsar la renovación y la modernización de la CEOE y en que los empresarios se hagan oír en la sociedad y por la clase política. En estos primeros meses de gestión, su mano ya se ha dejado sentir de forma positiva en el enrevesado tapete político y financiero español. Ha aportado no sólo propuestas constructivas, sino que ha alimentado un clima de entendimiento beneficioso para facilitar los pactos. La solidez en sus convicciones no ha condicionado ni ha limitado su capacidad para articular consensos, sino todo lo contrario. De hecho, bajo su presidencia, Fomento del Trabajo –patronal catalana– favoreció los acuerdos, lo que permitió que Cataluña disfrutara de un nivel de confrontación social por debajo del que existía en el resto de España. Esa forma de ejercer su responsabilidad ha deparado progresos en el exigente camino de la recuperación. El Gobierno y los sindicatos han conferido una gran importancia al papel de Rosell en el acuerdo sobre las pensiones, como la ha tenido en el impulso del diálogo social en el que se negocia hoy un asunto capital, la negociación colectiva.
Su intervención en LA RAZÓN supuso ayer un convincente diagnóstico sobre parte de las actuaciones pendientes, pero sobre todo un intenso alegato reformista. «Es preferible equivocarse a no hacer nada», dijo. Habló de una administración sobredimensionada que es preciso «reinventar». «Estamos sobregobernados» fue una expresión tan elocuente como acertada. Y reclamó a los políticos que actúen, porque ellos tienen la responsabilidad de legislar. El principio activo de su receta contra la crisis fue claro: «crear más empresas». Si la recesión arrasó gran parte del tejido empresarial, necesariamente la salida debe partir de un proceso inverso. Sus apreciaciones conforman una hoja de ruta que compartimos sustancialmente. Rosell contribuye con respuestas en un contexto donde han sobrado frustración y desconfianza. Aporta un valor añadido, derivado de sus principios liberales, su capacidad para el acuerdo y su sentido común. Esperamos y deseamos que el Gobierno y los sindicatos sepan estar a la altura necesaria.