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El club de agraviados por Pantoja

La Razón
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En este rentable club ha nacido una estrella, Pepi Valladares. El jueves tuvo su noche de gloria, algo así como salir por la Puerta del Príncipe, pero en lo mediático de la parte de higadillos, páncreas y otros órganos que están mas abajo que el corazón. Pepi, como una hija de la mismísima Bernarda Alba, pelo negro, negro el traje, estuvo de estrella invitada en el programa de A3 dedicado a la «Operación Malaya». Aunque ya se sabe que todos los ríos malayos desembocan en Pantoja. Pero volvamos a la nueva estrella. Con una seguridad marmórea y una pérfida mirada, sólo comparable a los primeros planos de Joan Crawford, aguantó el envite de periodistas tan sólidas, documentadas y con una buena dosis de mala «milk», me refiero a María Patiño o Chelo García Cortés. Esta última, en un tenso cara a cara con la Valladares, que parecía el duelo de Ok Corral, llegó a preguntarle cuándo iban a debutar en los platós los padres de la Pepi, ya que toda la familia ha pasado ya por los mismos, ganando muy buenos euros. Valladares contestó, de forma dramática, que antes muertos que bajo los focos. La periodista le recordó que eso mismo decía ella hace poco tiempo y que la veía frente a frente, muy viva y con mucha maldad, que ya se sabe que siempre ayuda a mantener la salud. Al final de tanto dime y direte, lo único que saqué en claro es que el daño irreparable, al tiempo que sin perdón, que Pantoja le ha infligido ha sido despedirla, cosa que parece un sarcasmo tremendo en un país con más de cuatro millones de despedidos, que si todos se dedicaran a odiar de por vida a sus antiguos patronos, este país se convertiría en el del odio total. Además, Pepi, nadie ha rentabilizado tanto como tú el paro.