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Aznar se niega «a ser el parapeto de la desvergüenza del Gobierno»

El ex presidente del Gobierno José María Aznar fue categórico ayer al asegurar que no sirve «para ser el parapeto de la desvergüenza del Gobierno de España», al que acusó de «haber vendido bombas de racimo» a Libia.

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En este sentido, el ex presidente del PP aseguró que en 2003, el líder libio Muamar Gadafi, «cuando vio lo que le pasaba a un dictador peor que él, quiso cooperar con la comunidad internacional» y –añadió– «algo debió conseguir para que en 2007, el Gobierno socialista le vendiese bombas de racimo», informa Efe.

Aznar criticó a este respecto que «el mismo día que sabemos que el régimen libio bombardea a su población con bombas de racimo vendidas por el PSOE, intentan demostrar que Aznar es amigo de dictadores o amigo de Gadafi».

Durante un acto del PP en Estepona, el ex líder de los populares indicó que la intervención en Libia «se basa en una resolución (de la ONU) destinada a proteger a la población civil» que –según insistió–, «es bombardeada con bombas de racimo vendidas por el Gobierno socialista de España».

Aznar añadió que el dictamen de Naciones Unidas «no autoriza a acabar y a quitar del poder a quien amenaza, bombardea y causa las víctimas civiles» y apostó por «tener bien claro que, o se acaba con las causas que crean las víctimas de las bombas sobre los civiles, o seguirá habiendo víctimas civiles».

«Eso es tan claro», aseveró, «que algunos están pensando en extender esa resolución, porque si no se suprime la causa que crea las víctimas, las seguirá habiendo». Además, indicó que los «demócratas de Egipto y Túnez han hecho que Mubarak y Ben Alí fueran echados del Gobierno», y ambos dirigentes «eran miembros de la internacional socialista».

Aznar añadió en este sentido que el partido disuelto por el Tribunal Supremo egipcio «era miembro de la internacional socialista» y concluyó por ello que «es muy significativo ver cómo en dos días algunas personas pasan de ser compañeros de la internacional socialista a ser execrables dictadores a los que hay que condenar».

La descripción que el presidente de honor del PP hizo del dirigente libio, Muamar Gadafi, como «amigo» de Occidente ha dado la vuelta al mundo y los socialistas lo saben. El vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, se preguntó «qué cuenta pendiente» tiene Aznar con el dictador y se refirió a informaciones que apuntan a «intereses y negocios» entre familiares de ambos, informa Ep. Aunque dejó claro que los socialistas no tienen «información directa» sobre ese presunto nexo, la portavoz del comité electoral del PSOE, Elena Valenciano, explicó «que pudiera haber alguna relación» entre el yerno de Aznar, Alejando Agag, y uno de los hijos de Gadafi.