Comunidad de Madrid

Los famosos dieron la «espantá»

El embajador de Francia en España, Bruno Delaye, con el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González
El embajador de Francia en España, Bruno Delaye, con el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Gonzálezlarazon

Como las figuras del toreo, los nombres propios que acuden a Las Ventas también se reservan para los grandes carteles. El ciclo isidril se dilata lo suficiente en el tiempo, para optar por el día que quieren dejarse ver. Y ayer no fue el día, ayer era la jornada de las celebridades que, además, son aficionados. Uno de los primeros en acercarse al coso fue el embajador de Francia en España, Bruno Delaye, siempre con su sonrisa perpetua como carta de presentación. «La fiesta de los toros no está en peligro, ¿no ve el ambiente que hay?», afirmó cuando se le preguntó por la intención de prohibir las corridas de toros. Eterno optimista, Delaye expresó un deseo: «Espero ver a José Tomás el 12 de junio». Todo se andará y parece que el diestro ya está dando pasitos para ello. El embajador galo no tardó en reunirse con el vicepresidente y Consejero de Deporte y Cultura de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que sí quiso estar en la primera de la feria de San Isidro. También asistieron Pedro Antonio Martín Marín, que saludó afectuosamente al directivo del Real Madrid Enrique Sánchez.

La seriedad de VictorinoCon semblante, más que triste, reflexivo, –no mostró ni un centímetro de su dentadura–, apareció el ganadero Victorino Martín, cuyos toros no estarán en la Feria por primera vez desde hace 17 años. No importa. Martín sigue siendo uno de los ganaderos más queridos por los aficionados, que se acercaban a él con cara de duelo para consolarle. Adolfo Suárez Illana, otro de los imprescindibles del planeta de los ruedos, estuvo acompañado por el diestro Aníbal Ruiz, con el que comentó la evolución de las faenas entre susurros. Poco dado a los alardes gestuales, su semblante era el propio de la concentración. Igual que si torease él. Mientras, los aficionados seguían la corrida con escepticismo, ya que, en sus inicios, no invitaba al entusiasmo. En solitario acudieron un pinturero Abraham García, con su inevitable sombrero, y una gama cromática en el vestir sólo apta para los daltónicos –aunque sabe llevarla, eso sí– y un lacónico Israel Lancho, que sufrió una espeluznante cornada en el ciclo isidril del año pasado. Menos reconcentrado estaba el ex matador Paco Alcalde, uno de los diestros más afamados de las décadas de los 60 y los 70, que aminora la nostalgia por el torero en activo al convertirse en apoderado.