Literatura

Brasil

Entre Eco e Indiana Jones

Blas de Roblès traza una intrincada ficción en «Donde viven los tigres»«Donde viven los tigres»Jean-Marie Blas de RoblèsDuomo. 700 páginas, 24,80 euros

Entre Eco e Indiana Jones
Entre Eco e Indiana Joneslarazon

Una sucesión de cifras bien pudiera definir parte de esta novela, que reúne todo el encanto de las historias por entregas: cinco años de exhaustiva documentación, diez de prolongada escritura, cuatrocientas entradas distintas de personajes y acontecimientos, setecientas páginas impresas, seis intrigas entrelazadas y una década en busca de editor. En este bosque de excesos, la trama no podía ser menos profusa... De la actualidad al Barroco, con el hilo conductor de un jesuita alemán –Athanasius Kircher– que fue un célebre erudito que dedicó toda su energía a todo aquello que despertó su interés, desde los jeroglíficos a la Geología, la Biología, la Medicina o la Robótica. Esta monumental historia arranca cuando al corresponsal francés afincado en la antigua ciudad del norte de Brasil llamada Alcântara, Eleazar Von Wogau, le encargan editar un desconocido manuscrito del siglo XVII que relata la vida del jesuita. A partir de ese instante todo un mosaico de actores empiezan a imbricarse con la historia principal, llevándonos desde la épica del Barroco a las favelas de la actualidad, donde Nelsol, un muchacho sin piernas, intenta vengar la muerte de su padre. Recalaremos en la expedición de Elaine –la ex esposa de Eleazar–, en la selva de Mato Grosso, descenderemos al infierno de la drogadicción con Moema –la hija de ambos– y nos será presentado el gobernador corrupto de Maranaho.

Una pieza de artesanía
Es, pues, una novela polifónica, donde en cada uno de los treinta y dos capítulos podemos seguir la pista a todos los personajes principales sin perder comba de las hazañas de Athanasius, auténtico corazón de este relato. Un crítico de «Le Figaro» –no sin cierto exceso– dijo que era una revisitación de Umberto Eco, contado por Indiana Jones, con el verbo de Malcolm Lowry, y las bellas estampas de «La reina de África»... Más allá de lo ampuloso del comentario, este relato exuberante es una verdadera selva literaria bellamente compuesta. Una pieza de artesanía que merece la pena.