Navarra

No más errores con ETA

La Razón
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ETA tiene fijado como objetivo prioritario de su estrategia criminal más inmediata la posibilidad de que una de sus marcas blancas pueda presentarse a las elecciones municipales y forales del próximo año y asegurarse de este modo no sólo la presencia política en las instituciones, sino también las jugosas partidas presupuestarias correspondientes. La banda ha vuelto a poner en práctica la estrategia del señuelo para que algún incauto, irresponsable o desalmado la persiga. LA RAZÓN informó hace unos días de que ETA prepara otra tregua-trampa para colarse en unos comicios en los que se juega parte de su futuro. La realidad, sin embargo, demuestra que la inactividad etarra es sólo aparente y que su debilidad, aunque cierta gracias a los éxitos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, no es un estado definitivo e irreversible. A pesar de que la capacidad de regeneración de la banda ha quedado muy mermada con el transcurso de los años por los distintos golpes policiales y la creciente contestación ciudadana, sería un error caer en un exceso de confianza o bajar la guardia. Afortunadamente, la experiencia de los mandos antiterroristas suele servir como un baño de realismo para rebajar las expectativas de algunos políticos.

Que ETA no haya cometido un asesinato en meses puede también contribuir a un análisis precipitado e inexacto. Los datos de los que disponen los expertos no son precisamente los de una organización al borde del colapso o que tiene pensado abandonar la violencia, sino más bien al contrario. Lo cierto es que la banda mantiene su actividad delictiva, ya que continúa con el chantaje del «impuesto revolucionario», mediante el envío de cartas a empresarios del País Vasco y Navarra en las que se les exigen grandes cantidades de dinero, y con el robo de numerosos coches en Francia, síntomas inequívocos de un grado preocupante de operatividad.

Para despejar todas las dudas, ayer se conoció también que miembros de ETA ayudaron a los terroristas de las FARC a preparar un atentado con morteros artesanales contra el lugar donde iba a tomar posesión el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, el pasado día 7 de agosto. Los etarras participaron como instructores y suministraron el diseño de los morteros en unos preparativos que se iniciaron en abril. Afortunadamente, las Fuerzas de Seguridad colombianas descubrieron el plan tres días antes de la fecha.

Muy probablemente, ETA se reserve para las próximas semanas ese cebo de la tregua verificable, a la espera de que alguien pique y se provoque una espiral de enfrentamiento político. El objetivo sería también crear distracción y un escenario propicio para su participación en las elecciones y para una reorganización de la banda que ya está en marcha. El Gobierno, el PP y el resto de los partidos democráticos deben estar preparados para ese momento con una respuesta sin fisuras en torno a la estrategia antiterrorista que ha funcionado y alejada de tacticismos alicortos. La ETA que extorsiona, roba coches y colabora en el intento de asesinato del presidente colombiano no es una banda a punto de rendirse ni autodisolverse. Sería imperdonable que alguien se volviera a equivocar de nuevo.