Historia

Botsuana

El Rey se lesionó al cruzar y descruzar las piernas por Jesús Mariñas

El Rey se lesionó al cruzar y descruzar las piernas por Jesús Mariñas
El Rey se lesionó al cruzar y descruzar las piernas por Jesús Mariñaslarazon

Otro susto superado. El Rey nos tiene en vilo, aunque el nuevo jefe de Prensa de la Casa del Rey, Javier Ayuso, recalca el ímpetu de Don Juan Carlos por recuperarse. Cuando el Monarca sufrió la luxación, actuó rápido y de modo telegráfico. Apenas habíamos digerido la noticia, ya le daban el alta horas después. Al parecer, se lesionó al cruzar y descruzar las piernas. Es algo normal en este tipo de operaciones, según el topo que me detalla cuanto ocurre en la clínica San José, ante la imposibilidad de acceder a Ángel Villamor, que mantiene prudente silencio. Fue una hora de intervención, pasó la noche en observación y a la calle, incluso antes de facilitar el primer parte médico. Era muy importante que iniciara sus declaraciones con la frase: «Estoy deseando incorporarme al trabajo», me confirman. Queda magnificado, igual que su óptimo estado tras visitar nuevamente la clínica San José. Los fisioterapeutas proseguirán ahora la rehabilitación con dos sesiones diarias en La Zarzuela, donde el Rey ya sube y baja escaleras sin parecer afectado por la nueva operación y ya cicatrizada la herida de ocho centímetros consecuencia de la caída en Botsuana. Trajo cola y desmemoria sorpresiva la súbita afición real de abatir elefantes.

«Se crió en eso», dice un monárquico de viejo cuño, conocedor de lo que sucedía en «Villa Giralda», donde era habitual el conde de Barcelona, muy aficionado a los safaris. En el vestíbulo de su casa de Estoril, en la que llegó a dar audiencia a los 3.000 españoles invitados al enlace de la Infanta Pilar, te recibían dos enormes colmillos obtenidos en una cacería en Kenia. Don Juan Carlos también frecuentó Mozambique, entonces colonia portuguesa, acompañado por la Reina, quien no soporta ver una corrida de toros. Así lo cuenta Ricardo Mateos en su libro sobre el Estoril de los años dorados. Época en que Don Juan Carlos tonteó con María Gabriela Saboya y Olghina de Robilant, que acabó vendiendo sus cartas íntimas a «La revista», de Antonio Asensio, dirigida por Jaime Peñafiel para superar a «¡Hola!». Pero murió en el intento, y aún me debe mis colaboraciones.

Estas cosas superan la realidad, al igual que el posado camboyano de Nati Abascal, que desata lenguas, ironías y llega a la «crucifixión social». Es un reportaje, supuestamente benéfico, en el que sale acompañada por unos niños desvalidos pillados durante su viaje con Nieves Álvarez para publicitar la bisutería de Pandora. No le hace favor alguno: llega a la caricatura. Nadie entiende cómo lo autorizó: muestra un aspecto acartonado, ridículo y deplorable contrario al cuidado que siempre pone en sus apariciones. Cuesta reconocerla tras el estiramiento técnico que parece haberlo realizado su peor enemigo. No lo necesita y debería evitarlo, porque sigue imponente para los años que tiene y no los aparenta, salvo en ese lamentable testimonio gráfico, casi nuevo retrato de Dorian Gray.