Teherán

Seis muertos en la violenta represión militar en Bahréin

«Es una masacre contra civiles; están matando a inocentes. Dónde está la comunidad internacional para condenar la intervención de tropas sauditas contra el pueblo de Bahréin», se desgañitaba Mohamed Ali Mohkati, tratando de explicar lo sucedido ayer.

Un opositor herido es atendido en el hospital Salmaniya tras los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, en Manamá, Baréin
Un opositor herido es atendido en el hospital Salmaniya tras los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, en Manamá, Baréinlarazon

En conversaciones telefónicas con LA RAZÓN, este joven activista por los Derechos Humanos denunció que las Fuerzas de Seguridad antidisturbios y «colaboracionistas» del régimen de los Jalifa «la han emprendido a palos» contra los manifestantes de la Plaza de La Perla de Manama, epicentro de las protestas.

Según Mohkati, al amanecer «centenares de soldados y policías» tomaron por sorpresa la plaza y lanzaron gases lacrimógenos contra los ocupantes para despejar el campamento instalado desde el 14 de febrero por los grupos opositores chiíes para exigir el fin de la monarquía sunita de Bahréin. Los manifestantes respondieron con cócteles molotov y en los disturbios murieron seis civiles y dos policías en una nueva escalada de violencia en Manama.

Los enfrentamientos entre las Fuerzas de Seguridad y los manifestantes estallaron el martes después de que Arabia Saudita y otros países aliados del Golfo Pérsico, temerosos por la estabilidad de sus propios regímenes, enviaran una fuerza militar de más de 1.000 soldados.

El martes el monarca Hamad bin Isa al Jalifa decretó el estado de excepción por tres meses, en virtud del cual las fuerzas de seguridad podrían reprimir con dureza las manifestaciones.

Sin embargo, esta medida provocó el efecto contrario y los movimientos rebeldes mantuvieron la convocatoria para la tarde de ayer de una gran manifestación para exigir el derrocamiento de la monarquía. Pero el Ejército impuso el toque de queda desde las cuatro de la tarde hasta las cuatro de la madrugada en una amplia zona de la capital, quedando prohibidas las concentraciones de personas y manifestaciones en cualquier parte del país.

La brutal represión policial es un claro mensaje del régimen de que no tolerará una insurrección popular en el país. Los incidentes violentos en Manama provocaron la renuncia de dos ministros chiíes del Gobierno de Bahréin. Se trata del ministro de Sanidad, Nezar bin Sadeq al Baharna, y el de Vivienda, Mohsen al Alawi, cuya salida se suma a la de doce jueces del circuito judicial chií que también anunciaron su dimisión.

El uso de la fuerza «excesiva» por parte de las autoridades bahreiníes fue condenado por el Departamento de Estado estadounidense que expresó su oposición a cualquier tipo de violencia policial contra los manifestantes. El Gobierno alemán, por su parte, declaró que la imposición de la ley marcial no va a resolver los problemas de Bahréin.

Más duras fueron las condenas por parte de los regímenes chiítas vecinos. Desde Teherán, el presidente Mahmud Ahmadineyad, que siempre ve la paja en el ojo ajeno, tildó de «injustificable e irreparable» la represión de las manifestaciones. Por su parte, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, criticó la intervención extranjera en Bahréin porque, a su juicio, sólo «complica» la situación de la región y alimenta posibles enfrentamientos sectarios.