Granada

Miguel Ríos: «El rock es un país para jóvenes necesita mucha energía»

Bye, bye, bye Ríos, rock hasta el final... Es sólo el principio de una larga despedida que se prolongará por Latinoamérica. En España, las entradas están casi agotadas para este broche de oro a cincuenta años de carrera del artista que inventó las giras multitudinarias. Se retira de la carretera, pero no de la música. Miguel Ríos siempre tendrá su impenitente voz afinada para el colega que pase por Granada y precise su torrente sanguíneo roquero. Y habrá causas humanitarias en las que participar con su fundación Solidarirock. Una hora con él tiene un peso atómico que ya quisiera para sí el acelerador de partículas ginebrino.

Miguel Ríos: «El rock es un país para jóvenes, necesita mucha energía»
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-Se va. ¿O es como aquella «performance» de Mishima, en la que fingió su marcha para ver cómo reaccionaban los demás?
-Es una retirada de las giras, en toda regla, y mi actitud no tiene nada de «torera». Supone cerrar un círculo de 50 años y dejar pocos cabos sueltos.
-Serrat decía que tenía que verlo como Santo Tomás. ¿Se caerá del caballo?
-Es un incrédulo. Él no concibe la vida sin salir a un escenario, pero tiene una enorme ventaja sobre mí: se fortifica tras una guitarra. Es una agarradera perfecta entre en cantante y el público. Pero el rock es país para jóvenes y necesita mucha energía. Yo no quiero dejar un mal recuerdo.
-BB King, Compay, por poner sólo dos ejemplos, no echaron cuentas de sus años.
-Todos con su guitarra. Sólo Jagger sigue saltando, pero juega en una liga muy diferente. Nosotros hemos tenido que luchar mucho para establecer el rock en España y eso quema.
-¿Qué le parece el veto taurino catalán, a usted que ha pisado tanto albero?
-No soy fan especial de los toros, ni me gustan mucho las corridas, pero me gusta infinitamente menos prohibir.
-¿Sabe que dicen que usted –como de Luz Casal– intenta vocales nuevas al cantar?
-Cuando empezamos a introducir el rock dentro del «corsé» del castellano venía de una lengua tan monosilábica que hubo que aprender a forzar las palabras, para que entraran en aquel ritmo tan sincopado. Así nos nacieron melismas nuevas.
-Pero usted introdujo «recadito». Porque muchos temas rockeros es mejor no entender lo que dicen...
-(risas) Es una de las primeras desilusiones, ¿verdad? Cuando las oías en inglés te imaginabas mundos inalcanzables, regiones de libertades. Pero el rock ha sobrevivido en el planeta porque cada uno de los que lo elegimos como forma de expresión, empezamos a meterle el contenido de aquello nos rodeaba.
-Muchas de sus letras describen la crónica del momento. Está usted más cerca de la gente que los políticos.
-Una canción sólo es una canción. El descrédito de los políticos no tiene nada que ver con la maravillosa práctica de la política. Aunque confío en que sea un momento puntual.
-Al menos con sus temas, sí pudo hacer un primer borrador de la historia que le tocó vivir ¿no?
-Desde que el rock deja de ser un baile para convertirse en una forma de entender la existencia, empiezan a surgir bandas en los barrios, que cuentan la problemática inmediata: Leño, Asfalto, Topo. Ellos explican el día a día del barrio que no era muy agradable ni lleno de chicas rubias, y descapotables.
-¿Cuántos chavales calcula que han salido de la droga por su canción?
-Muchos me han asegurado haberse enamorado con «Santa Lucía» y otros, que salieron del «caballo» por la canción. Yo creía estar haciendo algo íntimo y te noquea ver que haya sensibilidades que lo adopten como propio. Reafirma tu trabajo, desde luego.
El tiempo del cambio
-En «Niños eléctricos», descubrí a Juan Goytisolo por una cita que encabezaba aquel LP. Andaba usted muy dispuesto a despertar conciencias, como luego hizo con Saramago.
-Sobre todo, intentaba despertar la mía. Obligarme a trabajar con un material que me exigía no dormirme en los laureles.
-«Éste es el tiempo del cambio» sirvió a las Juventudes Socialistas como lema de la campaña del 82. ¿Cuántos diputados le deben?
-Me dijo Guerra: «No sabemos cuántos diputados te debemos, pero muchas gracias». En aquel momento, estaba completamente de acuerdo con los postulados del PSOE, por eso lo hice.

-Ahora que puede mirar atrás, porque tiene un «ratito» de historia, ¿qué le ha quedado por hacer?
-¡Siento que he hecho más de lo que debía! Aunque siempre piensas que podrías haberlo hecho mejor. En la vida sí. La distancia corta, el café largo, cortar el seto de tu casa. Eso es la sal de la vida. Voy a recuperar ese tiempo.
-¿Es decir que se vuelve a Granada, esta vez de verdad?
-Hay otras cosas que quiero aprender: como a vivir, por ejemplo. Escribiré, leeré con mejor provecho.
-¿Y se meterá en la cocina, arreglará enchufes, colgará estanterías...?
-¡Eso quiero aprender! Que no sea mi chica la que tenga que hacerlo. Seré un amo de una casa de la tercera edad.
-¿Cómo se puede gustar a todos sin desvirtuarse a uno mismo?
-Siendo coherente. Si miro atrás –que miro muy poco, por la tortícolis–, pienso que he tenido mucha suerte en vivir la edad que me correspondía y no estar con la cabeza en otro sitio. Cuando no tenía para un coche, no lo ansiaba. Además, me impongo férreamente cosas: no me gusta que me gusten los toros. No me gusta que me gusten las mujeres más jóvenes que yo. Me apetece estar de acuerdo con lo que me corresponde vivir y mis ideas.
-Un rapero se quiere presentar como candidato presidencial a las elecciones haitianas.
-A mí me han ofrecido ser presidente de un club como el Granada. ¡Pero no! Trabajas toda la vida para que te quieran, y después de 50 años, presides un equipo de fútbol, no entra la pelota y te llaman «hijo de puta». En política es igual: tener que aceptar una disciplina de partido con la que estás en desacuerdo. ¡Quita, quita!
-¿Y cuando tenga mucho mono de escenario?
-Siempre vendrá Serrat a cantar a Granada y me subiré a hacer un par de temas con él. O quien pase por allí, si quiere una voz, sabe que me tiene.
-Le veo más currito del rock que una estrella.
-Quien se considera una estrella sólo tiene que esperar a que no le compren su próximo disco...
-¿Cuántas chupas de cuero tiene?
-No conservo el vestuario de las giras.
-¿Ni los míticos pantalones de rayas?
-(risas) Los regalé a rastrillos benéficos. Pero chaquetas de cuero debo tener unas ocho.
-Ahora que se retira y tendrá más tiempo libre... ¡deme una cita!
-Bueno...Ya sabes que te llevaré al parque.