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Don Mendo por la puerta grande del Español por Jesús Mariñas

Don Mendo por la puerta grande del Español por Jesús Mariñas
Don Mendo por la puerta grande del Español por Jesús Mariñaslarazon

Y la luz se hizo tras publicarse en «¡Hola!» el reportaje en el que se ve cómo Marina Danko retoza en Venecia con su primo Celio. Ella, muy guapa, exhibe con boba ufanía no sólo su romance anónimo, sino también un bolsón de Prada con la firma ostensible, algo que prodigan las catetas. Marina no parece haber aprendido de Palomo Linares qué inteligente es la sencillez. Ella se lo pierde y me aseguran algunos agoreros que «no sabe dónde se ha metido», aunque todo quede en familia. Proyectan descubrirlo. Y es que la historia tiene tela, luces y sombras. Acaso con este culebrón se podría hacerse una comedia de alcoba, un vodevil a la francesa en los que se estilan los triángulos matrimoniales, la farsa, el folletín y el enredo enmarañador. Durante cinco meses, Marina engañó a «¡Hola!» al repetir que el parentesco imposibilitaba los amores furtivos. Fue una argucia, un disfraz con el que también torearon a quienes les hicieron hasta ocho reportajes que fueron guardados al no reconocer ellos su lío.

Trío espectacular
Esta historia serviría también de argumento para algo parecido, aunque sin gracia, a la obra de Muñoz Seca, «La venganza de don Mendo», repuesta en un Teatro Español que tantos ascos hace actualmente a los autores nacionales como Lope de Vega, Calderón o un Buero Vallejo a cuya viuda, Victoria, sus textos no le ofrecen ganancias ni derechos desde l994. Fue una función única a beneficio de la Casa del actor y mereció la pena, sobre todo, gracias al excepcional reparto. Lo del pasado lunes fue un ejemplo de generosidad muy frecuente en los cómicos. Se subieron a las tablas Carmen Morales y Bárbara Rey, caricaturizada por un Manuel de Blas que le decía: «Eres una Rey…na», remedo de Luis Escobar en una actuación desternillante. Juan Carlos Naya estuvo magistral, al igual que el espléndido trío artístico formado por Ana María Vidal, Beatriz Carvajal y María José Alfonso al frente de un espectáculo de cuarenta números, uno de ellos con el carcajeante Iñaki Miramón y una María José Nieto que recordó, gordinflona como una de Botero, sus grandes tiempos en la revista.

Lució pierna en la hilarante parodia dirigida magníficamente por Manuel Gallardo, que, muy al aire de Muñoz Seca, acompaña al personaje de Carmen Morales con el ritmo de «dale a tu cuerpo alegría, Macarena», un añadido a la obra original que fue muy ovacionado, del mismo modo que la mayoría de la escenas regocijantes con Manuel de Blas en estado de gracia.
Luis María Anson y Antonio Garrigues lo pasaron en grande desde un palco, felices por ver tal éxito, que ojalá no sea irrepetible. Ana Botella debería cederles el teatro cada lunes para repetir.

Al final los espectadores se pusieron en pie e incluso algunos esperan una grabación televisiva que eternice este clásico del buen humor. Serviría de lección magistral, pues su presentación fue exquisita, el vestuario apropiado y nada chabacano, a pesar de que el actor que más ensayó lo hizo durante 20 días. María Kosty no pudo participar porque tenía el rodaje de una película inglesa apalabrado, algo parecido a lo que le ocurrió a Valentín Paredes, íntimo de Naya. Todo lo contaron luego, cerveza en mano, mientras Bárbara Rey anunció que esta obra la ha animado a volver «un sitio que nunca debí dejar». Lo comentó la totanera mientras jugueteaba con los brillantes que llevaba puestos, que no eran de atrezzo, que alterna con su hija, «mi Sofi», y la dulce Nagore. Por su parte, la niña de Carvajal presumía de sus 33 años, que no aparenta. Lo dicho: ¡Que siga la función!