Londres

El «efecto Clegg» pincha un año después

El electorado británico castiga al líder liberal demócrata por su respaldo al recorte del gasto público. Los laboristas se recuperan y los conservadores resisten en las municipales inglesas

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Anoche, aún continuaba el escrutinio de las elecciones locales que se celebraron el jueves en Inglaterra, pero ya se intuía que la tercera fuerza política podría alcanzar los peores resultados desde su fundación en 1980. Los robustos índices que disfrutaba en las ciudades del norte han sido barridos del mapa electoral, con precedentes tan inquietantes como la pérdida de Sheffield, circunscripción a la que Nick Clegg representa en el Parlamento. En otros enclaves trascendentales, como Manchester o Liverpool, los liberales vieron de-saparecer más de una decena de asientos y en otros, como Bristol o Hull, fueron desposeídos también del poder.

A última hora de ayer, según la BBC, los laboristas obtendrían en torno a un 37% de los votos frente a un 35% de los conservadores, que aguantan, pese haber presentado el mayor programa de austeridad desde la Segunda Guerra Mundial, y sólo un 15% para los liberal demócratas, las víctimas reales de estos recortes económicos. Frente a este panorama, Clegg asumió el varapalo ante las cámaras y aseguró que había lecciones que aprender. El líder liberal demócrata dijo en declaraciones a la BBC que los votantes han castigado a su partido por los recortes del gasto social decididos por la coalición con los conservadores del primer ministro, David Cameron.

Clegg pidió a su gente que no se rindiera porque por un año no se puede echar al traste un proyecto de cinco. Sin embargo, entre sus filas se están empezando a formar bandos y muchos de ellos podrían tener ya incluso nombres de sustitutos. Los que más se escuchan son Tim Farron y Chris Huhnem, actual ministro de Energía, que plantó cara a Cameron y George Osborne en la última reunión del Gabinete para saber si ellos se desvinculaban de la sucia campaña que ha utilizado el Partido Conservador para convencer a los ciudadanos de que no cambien el actual sistema electoral.

Para los liberal-demócratas, convocar un referéndum para conseguir un sistema más representativo siempre había sido como su «Santo Grial». Lo pusieron como condición en la coalición, pero los «tories» les advirtieron de que ellos harían campaña en su contra. Sin embargo, el 69% de los británicos rechazaron modificar su sistema electoral. Esta derrota es sumamente importante porque la consulta era lo que les hacía aguantar a los liberal demócratas a tragar con muchas políticas de derechas, como, por ejemplo, la polémica subida de las tasas universitarias. Ahora, con todo perdido, ya no tiene sentido seguir unido al enemigo. Sin embargo, poner fin a la coalición con los «tories» sería un suicidio para el partido, que necesitaría luego muchas generaciones para recuperarse y ser un socio fiable de Gobierno.

Diez puntos más que en 2010
Cameron de todos modos no lo permitiría, ya que, si hace un año no consiguió mayoría absoluta, ahora menos. En el ámbito general, la jornada fue realmente positiva para los laboristas, que un año después de ver salir por la puerta pequeña a Gordon Brown ven poco a poco una notable recuperación, a costa del gran pinchazo de la tercera fuerza política.
Según un sondeo de la BBC, los resultados en las elecciones locales de Inglaterra le atribuyen un apoyo que, traducido a escala nacional, llegaría al 37%, diez puntos más que en las generales de 2010. Los conservadores se mantendrían en el 35% y los liberal demócratas caerían al 15%.