Boston

Príncipes del derroche

Michelle Obama, Victoria de Suecia... Arrecian las críticas contra los despilfarros del verano. En las crisis no se pasa ni una.

El matrimonio Clegg se caracteriza por su discreción
El matrimonio Clegg se caracteriza por su discreciónlarazon

Bora Bora, Tahití, Río de Janeiro y Boston son algunos de los destinos que escogieron Victoria, la heredera a la Corona sueca, y Daniel Westling para disfrutar de su luna de miel. Un viaje que ha cruzado varios océanos a bordo de un yate, dos aviones y disfrutando de todo tipo de lujos en las mansiones del amigo de Westling, Bertil Hult. Pero tanto lujo, en época de crisis, les ha pasado factura. Según varios medios de su país, tres ciudadanos suecos habrían presentado una denuncia contra el matrimonio por supuesta corrupción. Y es que la conexión del yerno de la Reina Silvia con el acaudalado millonario podría pasarle factura. No obstante, Victoria y Daniel no son los únicos que se han convertido en diana de todas las críticas. La estancia de Michelle Obama en Marbella, donde ocupó, junto a su séquito, unas 40 habitaciones cuyo precio oscila entre los 250 y los 3.000 euros por noche, también fue sujeto de críticas. Unos lujos que coincidieroon con los de la boda de Chelsea Clinton, que tan sólo en seguridad gastó unos 153.000 euros.

La polémica se ha desatado en Suecia, a raíz de los regalos de boda que Hult les dio y que no era una simple cubertería. El empresario hizo realidad todos los sueños de los príncipes. Como apuntó el jefe de la división contra la corrupción del país nórdico, Gunnar Stetler, la denuncia se dirige contra el uso por parte de la pareja de un avión privado y un yate de lujo. Estos fueron los medios que utilizaron para partir desde Suecia, rumbo a Bora Bora y Tahití, donde disfrutaron de la embarcación de 53 metros de eslora del magnate y de todos los lujos que les proporcionó su tripulación. Después de disfrutar de la Polinesia francesa, los recién casados cambiaron las comodidades del yate por las del hotel Copaccabana, de cinco estrellas, y ubicado en la exótica Río de Janeiro. Varias ciudades de Estados Unidos como Nueva York y Boston –donde asistieron al concierto de Lady Gaga– completaron el itinerario de los enamorados antes de regresar a Suecia y cumplir con sus obligaciones.

Este despliegue de lujo y exotismo parece que no ha sentado muy bien a sus futuros súbditos que, como exponen los denunciantes, estiman que los miembros de la casa real sueca no tienen derecho a aceptar este tipo de regalos. Pero los nórdicos no son los únicos que se quejan por el despilfarro de sus mandatarios, la reciente visita de la esposa del presidente de Estados Unidos también ha sido tema de debate entre los estadounidenses. Varios medios criticaron la elección de la Costa del Sol como destino de relax de Michelle Obama, mientras en su país la tasa de paro asciende al 9, 5 por ciento y su esposo, Barack Obama, ha hecho un llamamiento a apretarse el cinturón. El «New York Daily News» tachaba a la primera dama de materialista y la llegó a tildar de «María Antonieta moderna». Pero no se queda sólo ahí. Para los medios de su país, el problema no ha sido sólo la visita privada de Michelle y su hija, sino el férreo despliegue de agentes de seguridad que el viaje ha acarreado y el coste del alojamiento de los 40 amigos que han viajado con ellas; «Mientras muchos estadounidenses lo pasan mal, la primera dama se aloja varios días en un hotel de cinco estrellas de la Costa del Sol con», señalaba el diario.


La popular Michelle
Aun así, como han valorado varios analistas políticos, las vacaciones marbellíes de Miss Obama no le han pasado factura con respecto a su popularidad, ni a la de su esposo. Aunque según Maureen Dowd, columnista en «The New York Times», «en la política como en la cultura popular, la imagen lo es todo. Y la que ha proyectado Michelle, sin duda, no ha sido positiva para alguien de la Casa Blanca o del Partido Demócrata». «Ella es la figura más popular de la administración», aseguró Karlyn Bowman, analista del American Enterprise Institute. «No creo que los estadounidenses sientan rabia por estas vacaciones», agregó.

Los Obama no son los únicos que han gastado una cuantiosa suma este verano. Hillary Clinton, Secretaria de Estado del gobierno de Obama, y su esposo, no han dudado en en ofrecerle a su única hija la boda de sus sueños. El pasado 31 de julio, Chelsea daba el «Sí, quiero» a su novio Marc Mezvinsky en una ceremonia íntima celebrada en la pequeña localidad de Rhinebeck, al este de Nueva York. A pesar de su intención de reducir al máximo la lista de invitados, al final el de-sembolso del enlace superó el millón y medio de euros. A diferencia de los herederos suecos, se desconoce el destino escogido por los Mezvinsky para pasar su luna de miel, aunque lo que es seguro es que la fortuna del novio les llevará a lugares que combinen privacidad y confort.

Pero los mandatarios europeos parece que se han tomado muy en serio lo de enseñar con el ejemplo y muchos de ellos se han apuntado a las vacaciones «low cost». Una de ellas es la canciller alemana, Angela Merkel, que ha disfrutado de unos días de asueto en el valle del Tirol donde la habitación de hotel cuesta, como máximo, 89 euros por noche. Cameron, el líder británico, pasa sus vacaciones oficialmente en el norte del país, aunque varios medios le han situado junto a Miss Obama, en tierras andaluzas. Otro verano austero es el que ha pasado el primer ministro danés que ha decidido participar en una excursión que se organiza en su país y que transcurre entre Bremen y París. Y, por supuesto, no se deben olvidar el escueto veraneo de Zapatero que sólo se ha tomado dos semanas para visitar León.


Sarkozy, un líder escarmentado
Si los Sarkozy ya tiraron la casa por la ventana después de darse el «sí, quiero» para disfrutar de una luna de miel, que les llevó a Venecia, Egipto y Jordania, adonde acudieron invitados por el rey Abdullah II, y que provocó indignación entre los franceses a causa de los lujos de los que disfrutaron, desde el verano pasado optan por quedarse en Francia por eso de ahorrar en tiempos de crisis. El presidente galo y su esposa, Carla Bruni, disfrutan de unos días de descanso en la localidad de Cabo Negro junto a la familia de la actriz. Por las calles de la localidad se ha dejado ver Sarko montando en su bicicleta de montaña.


Los discretos Clegg
Nick Clegg y su esposa descansan, como cada verano, en la localidad que ha visto nacer a Miriam González, en la Villa del Caballero (Olmedo), donde hasta ahora no le costaba pasar desapercibido. Aquí pasa sus vacaciones estivales desde hace quince años, dice, porque logra «desconectar de la política y disfrutar de un clima más caluroso que en Inglaterra. Me encanta estar en casa de mi suegra para degustar la fantástica comida española. Sus empanadillas me encantan», ha afirmado a los periodistas que acudieron a la puerta de su casa para comprobar su presencia y a quienes atendió de forma amable. Cuentan los vecinos que son unas personas muy caseras, aunque les gusta desayunar en un local cercano a la casa familiar, montar en bici por los pinares próximos, así como jugar al tenis y al frontón con sus hijos.