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«Penumbra»: en casa de Animalario

Juan Mayorga y Juan Cavestany, dramaturgos de cabecera del director Andrés Lima, plantean en el Matadero una obra acerca de las relaciones paternofiliales, sobre la dificultad de ser padres y de ser hijos. Entrevistamos a los tres creadores.

Los actores en un momento de la obra
Los actores en un momento de la obralarazon

No habrá insultos al poder ni se escucharán sátiras afiladas, tampoco se ahondará en la historia reciente de España. Ni siquiera habrá heridas sociales ni revisiones ideológicas de clásicos. Animalario, uno de los grupos de la escena española con más talento y sin duda el de mayor capacidad para la controversia, estrena, pero esta vez todo apunta a una mirada introspectiva, un viaje a sus propios temores y oscuridades. «Penumbra» es la enésima colaboración entre la compañía, dirigida por Andrés Lima, y sus dos dramaturgos de cabecera, Juan Mayorga y Juan Cavestany, y surgió de un taller de 2010 en el que Andrés Lima planteó una pregunta: «Qué es lo que más os duele?».

En una entrevista a tres bandas con autores y director, la primera pregunta fue, precisamente, esa misma: «Lo que a mí, particularmente, más me duele es el desamor –comienza explicando Lima–. Tanto entre hombre y mujer como con la familia y los amigos; la imposibilidad, los obstáculos que hay para el amor en la vida, cómo nos lo ponemos de difícil. Eso va unido a una serie de cosas: el miedo que genera ese dolor, que se va extendiendo y que va haciendo que, en general, cuanto más tiempo pasa de tu vida, más te protejas contra las cosas en vez de abrirte». Algo que le ocurre en el montaje a la familia protagonista.

Con este punto de partida –un taller, una pregunta e improvisaciones en grupo–, el trabajo de los dramaturgos no fue el habitualmente solitario. Lo resume Mayorga: «Ha sido un proceso muy singular. Nos reunimos en una sala de ensayos muy peculiar y, de forma natural, fue surgiendo la voluntad de contar o compartir sueños, quizá porque en los sueños tendemos a reconocer verdades, certidumbres, miedos y deseos que están sofocados en la vigilia».

Curiosamente, Mayorga encuentra un vínculo entre esta pieza y otras firmadas entre los tres: las relaciones paternofiliales. «Aparte de ‘‘Alejandro y Ana'', que también era en cierto modo una obra sobre un padre y una hija, buena parte de lo que nos ha reunido, si nos fijamos en ‘‘Urtain'', en ‘‘Hamelin'' y ahora en ‘‘Penumbra'', son obras que hablan sobre la dificultad de ser padre». Los tres lo son en sus vidas personales, aunque matiza Lima: «Estoy de acuerdo, pero yo más bien diría sobre la dificultad de ser hijo. Desde la puesta en escena, la obra surge de una propuesta de un padre y yo sitúo la mirada en el hijo. En "Hamelin"pasaba lo mismo».


Bajar a la playa
Y añade Mayorga que, «en todo caso, junto al dolor, queríamos que hablase también sobre la felicidad y la aspiración a la dignidad y a la belleza. Y aquí hay un niño que quiere vivir y hacer algo tan elemental como es bajar a la playa, pero los miedos, el pasado de sus padres, parecen impedirle llegar, a pesar de que ellos aman a su hijo». Lima añade otro elemento: «Todas nuestras puestas en escena se forman poniendo al espectador del lado de ese niño y ofreciéndole un juguete. En eso, el trabajo de Beatriz (San Juan) es otra de nuestras marcas. El escenario circular de ‘‘Tito Andrónico'', el ring de boxeo de ‘‘Urtain'' eran juguetes, sitios donde jugar, y en este caso es una casita de muñecas». Se refiere a una estructura de maderas que conforma una pequeña casa, como de mentira, en el centro del escenario. Allí, Lima encierra a sus actores entre plásticos. Serán tan sólo cuatro esta vez, todos habituales: Alberto San Juan, Nathalie Poza, Luis Bermejo y Guillermo Toledo. «Es una obra para vivirla a través de sensaciones y emociones más que de la lógica de las frases. Se parece más a ‘‘Alicia en el país de las maravillas'' que a una novela de serie negra», continúa el director. Cuenta Cavestany que, después de varios trabajos junto a Mayorga y Lima, «no hay tanto un sello de los tres juntos como una profunda confianza. La pregunta que lanza Andrés, y las que se generan luego en los talleres, las responde cada uno a su manera según el momento de su vida en que se encuentra. Pero nos une la confianza». Y asegura que, tras algún ensayo , «me dio la sensación de estar viendo una función del primer Animalario, como una vuelta a los comienzos, pero habiendo aprendido mucho en muchos años».


Estrenos polémicos
Quizá un viaje a los comienzos, cuando aún no eran la compañía que generaba polémica con cada uno de sus estrenos: «Todo eso son cosas que arrastras pero que no están en tu voluntad –aclara Andrés Lima–. A veces es una suerte porque te dan publicidad, pero lo que queremos es contar historias. Lo que sí es cierto es que si miras al mundo que te rodea y hablas de él, a alguien le puede picar. Buscamos teatro que mueva, conmueva, y si de paso agita, eso siempre está bien».


El detalle
De Falstaff a Woyzeck
Lima y Mayorga tendrán en breve otros montajes en cartel en Madrid: ambos estrenan con el Centro Dramático Nacional en marzo. El primero dirigirá «Falstaff» en el Valle-Inclán, con Pedro Casablanc como el orondo protagonista. «En mi obsesión por contar cuentos, empiezo contando esta historia con la ayuda de la compañía, interrumpimos, montamos la función, dirijo el directo, hablamos de gordura, de alcohol y mujeres y hombres. Seguimos, y hablamos de guerra, de amor y de honor». Mayorga firma la versión de «Woyzeck» que Gerardo Vera dirigirá en el María Guerrero. «Se trata de una obra cruel y al mismo tiempo hermosa, espero que dé lugar a un montaje importante», cuenta el autor.



Dónde: Matadero-Naves del Español. Madrid.
Cuándo: hasta el 20 de febrero
Cuánto: de 12 a 22 euros. Tel. 91 473.09.57