Berlín

Nuevos liberales

La Razón
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En nuestro país las palabras «liberal» o «liberalismo» han alcanzado una gran repercusión pública, mayor que en otros sitios. Como en todas partes, aquí habíamos abandonado el liberalismo a principios del siglo XX. Tampoco fuimos los únicos en recuperarlo en los años 80, cuando la crisis moral y económica de los 70, y luego la caída del Muro de Berlín, volvieron a ponerlo en primer plano. Entonces coincidieron en la reivindicación del liberalismo varias corrientes. Una era la derecha –en nuestro país, la encabezada por Aznar– que tomaba nota de los resultados de una política intervencionista como la del PSOE. Otra era un grupo variado de intelectuales y políticos de izquierda que, habiendo constatado el fracaso de las buenas intenciones izquierdistas, se refugiaron en el liberalismo, probablemente porque el liberalismo, a diferencia de la actitud conservadora, no plantea con tanta urgencia la necesidad de un marco de valores o virtudes morales. Quince o veinte años después de todo aquello, corren, naturalmente, otros aires. Sin embargo, la palabra «liberal», que aquella generación puso en el centro del debate público español, sigue ahí. José María Lassalle, diputado del PP y hombre cercano a Rajoy, la toma como título de su libro «Liberales». Buen conocedor de la tradición política liberal y conservadora europea, Lassalle vuelve a reivindicar el liberalismo, esforzándose por alejarlo de unas connotaciones demasiado ideológicas, tal vez el último recuerdo de la procedencia de una parte de aquellos liberales. También quiere recuperar para el liberalismo algo que –según Lassalle– nunca debió perderse de vista, como son los fundamentos morales de la libertad, frente a un liberalismo centrado exclusivamente en la economía, y la invitación a la participación en vez de la crítica de la labor del Estado o del gobierno. La voluntad de dar contenido moral y cívico al marco doctrinal liberal ha sido siempre relevante y resulta imprescindible con la crisis económica. No tiene por qué entrar en polémica directa con otras propuestas liberales. Es más bien un avance hacia la recuperación de una tradición tan conservadora, al menos, como republicana, que es como Lassalle, un poco profesoral en esto, se empeña en llamarla.