Historia

Los Ángeles

Los papeles españoles de Kennedy

Los casi mil días de John F. Kennedy al frente de la Casa Blanca han dado para mucho. Pocas presidencias han sido tan estudiadas como la del joven político asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963.

En el despacho oval: Los Príncipes, acompañados del embajador Antonio Garrigues, charlan con John F. Kennedy
En el despacho oval: Los Príncipes, acompañados del embajador Antonio Garrigues, charlan con John F. Kennedylarazon

Con motivo de la conmemoración de los 50 años de su llegada al cargo, siguen saliendo a la luz numerosos documentos vinculados al periodo de 1961 a 1963, todos ellos conservados en la John F. Kennedy Library de Boston. Algunos de esos papeles nos cuentan historias hasta ahora desconocidas de uno de los periodos más apasionantes de la historia del siglo XX. Durante mucho tiempo y con suma diligencia, Evelyn Lincoln, la secretaria personal de Kennedy, fue recopilando este material en varias carpetas temáticas.

Una de ellas lleva por título «Spain» y contiene información nueva sobre el general Franco y los entonces Príncipes Juan Carlos y Sofía, además de varios de los embajadores españoles en Washington, muy especialmente Antonio Garrigues. Este diario ha podido obtener copia de todos los documentos de este fondo que ven la luz por primera vez después de medio siglo.

A la sombra de «Ike»

Cuando Kennedy juró su cargo, en enero de 1961, España estaba sometida con mano dura a la dictadura franquista, aunque poco antes, en diciembre de 1959, se había conseguido que Estados Unidos diera pleno apoyo al régimen gracias a la visita del presidente Dwight Eisenhower. «Ike» dio a España el espaldarazo que necesitaba Franco para lavar su rostro de cara al exterior.

Uno de los primeros papeles de la carpeta «Spain» de Kennedy es una extensa carta abierta enviada por la oposición franquista. Fechado el 24 de junio de 1961 y bajo el encabezamiento de «Unión de fuerzas democráticas españolas», una serie de partidos políticos y sindicatos denunciaban la falta de libertades en España. Izquierda Democrática Cristiana, PSOE, Acción Republicana Española, UGT, PNV, Solidaridad de Trabajadores Vascos y CNT le hacían público una declaración de ocho puntos con la que pedían una política de «total oposición» a Franco. Todas estas fuerzas se comprometían a establecer unas buenas relaciones con Estados Unidos una vez hubiera caído Franco y comenzara una transición hacia la democracia. No se sabe si Kennedy leyó el texto que quedó entre la mucha correspondencia que recibía. Lo único seguro es que no hizo ninguna anotación ni comentario privado o público sobre el mismo. Tampoco aparece ninguna pregunta sobre el tema en las cartas que Anthony J. Drexel Biddle, el embajador estadounidense en Madrid, envía a Kennedy en esos días.

Lo que sí existe es un epistolario cruzado entre Kennedy y Franco, ilustrativo de las relaciones entre Estados Unidos y España. En ellas los dos jefes de Estado demuestran su diplomacia, pese a que Franco hubiera preferido a Nixon en la Casa Blanca. Kennedy respondió mediante telegramas, mientras que el «caudillo» empleó también este método, aunque en ocasiones lo hizo con largas cartas.

La primera de ellas se refiere a la muerte del embajador español en Estados Unidos, Mariano de Yturralde y Orbegozo. En telegrama del 5 de marzo de 1962, Kennedy daba su sincero pésame «por la profunda pérdida que ambos países han sufrido» con la desaparición de Yturralde. El presidente anunciaba que hacía todo lo posible para repatriar al diplomático.

Franco contestó por carta tres días más tarde. «Mi querido Presidente: Le ruego acepte mi profunda gratitud por el conmovedor gesto de amistad y simpatía que ha tenido hacia España al hacer trasladar a Madrid, en un avión de su servicio presidencial, los restos del fallecido Embajador». El «generalísimo» le describió con muy barroca prosa la ceremonia de llegada del cadáver a la base de Torrejón. «Al cruzar su cuerpo el suelo de Torrejón en los brazos de los oficiales americanos y españoles, el Embajador Yturralde, muerto en pleno ejercicio de su misión, en el cumplimiento de su deber, ha rendido su último servicio a España y a nuestra amistad recíproca juntando en torno a su féretro los uniformes de los soldados de nuestras dos naciones. Los españoles, que saben apreciar con finura inmediata actitudes sinceramente humanas y cordiales como la suya, le agradecen a través mío su delicadeza».
Se conserva una nota del Departamento de Estado, firmada por uno de los secretarios, L. D. Battle, en la que se aconseja al presidente no contestar esta carta de Franco.
El dictador envió telegramas a la Casa Blanca coincidiendo con la celebración del 4 de julio en 1962, así como lamentando, en abril de 1963, la tragedia sufrida por el submarino «Thresher», desaparecido en un accidente.

Por desgracia no se ha conservado la nota de condolencia emitida por Kennedy con motivo de las trágicas inundaciones que padeció Cataluña en el otoño de 1962. Sí ha aparecido entre los papeles presidenciales la respuesta de Franco: «Señor Presidente y Buen Amigo: Su mensaje de condolencia por la catástrofe de Barcelona nos ha conmovido profundamente.

Todos los españoles agradecemos, y especialmente las familias de las víctimas, los sentimientos de solidaridad y las ayudas prestadas u ofrecidas por los Estados Unidos en esta ocasión. Esta prueba de solidaridad humana se halla dentro de las mejores tradiciones del pueblo americano y no es la primera vez que España, ante una desgracia nacional, sentimos la inmediata y calurosa presencia de nuestros amigos y aliados de los Estados Unidos siempre dispuestos a contribuir con su esfuerzo a la reparación de daños y sufrimientos». La carta acaba con la firma de «Vuestro y Buen Amigo F. Franco».

Al general, indudablemente, le interesaba renovar los acuerdos alcanzados con Eisenhower. El 27 de septiembre de 1963, un eufórico Franco anunciaba a Kennedy que se había llegado a un acuerdo que «reafirman los lazos de solidaridad entre nuestras naciones para la defensa de la paz». Tres días más tarde, Kennedy decía que «me alegro de que las negociaciones tuvieran éxito y que las medidas de seguridad conjunta que han funcionado muy bien en los últimos diez años continúen».

El 14 de mayo de 1962, en Atenas, se celebró la boda de los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía. Kennedy regaló a la joven pareja una caja dorada y ellos viajaron a Washington para conocer al líder del llamado «mundo libre». El 28 de agosto de 1962, mientras los Príncipes aterrizaban en Nueva York, Kennedy recibía un informe biográfico sobre sus huéspedes, probablemente redactado por el Departamento de Estado. De Don Juan Carlos se apuntaba que era «hijo del principal pretendiente al trono español, Don Juan de Borbón». Tras repasar sus estudios en España, se recordaba que había visitado Estados Unidos en 1958. A Kennedy se le decía en este mismo informe que «ambos, el Príncipe y la Princesa, son guapos, con personalidades atractivas que practican una gran variedad de deportes». En otro párrafo se advertía que «el General Franco no ha aprobado todavía una sucesión monárquica ni de Juan Carlos o de su padre Don Juan, por lo que Estados Unidos no desea interferir en la política doméstica española y aparentar que sí lo hace».

Días antes de llegar a Nueva York, Washington y a las instalaciones de la Nasa en Orlando, los Príncipes estuvieron en Los Ángeles. Cuando llegaron a su residencia en Beverly Hills, se encontraron un detalle de bienvenida del presidente y que agradecieron en un telegrama fechado el 20 de agosto. «El Presidente. La Casa Blanca. Muchísimas gracias por sus encantadoras flores. Fue una gran sorpresa. Estamos teniendo un tiempo estupendo en su país. Con nuestros mejores deseos. Sofía y Juan Carlos».