Murcia

OPINIÓN: «Para la vida del mundo»

La Razón
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Permitidme que os narre una historia: «Cuentan que había un pan tierno, de olor a recién hecho, crujiente y de aspecto apetitoso. Un grupo de niños rodeaban el pan y se lo comían con los ojos; tenían hambre. Cuando el pan vio esos ojos y adivinó sus ansias de comérselo, corrió a esconderse. Pasado un tiempo, aquel pan que huyó para no ser comido por los niños se endureció, lo encontraron en un rincón y lo tiraron a la basura. En cambio, había otro pan tierno, de olor a recién hecho, crujiente y de aspecto apetitoso. Un grupo de niños lo rodeaban y se lo comían con los ojos; tenían hambre. Cuando el pan sintió el cuchillo que lo cortaba no dijo nada, aunque pensó que se moría. Al sentir el calor de las manos de esos niños y sus bocas hambrientas, se sintió alegre. Luego se dio cuenta de que no había muerto: se había transformado y había dado vida».
 Jesús se autoproclama hoy el Pan de Vida. Los que le escuchan murmuran. Él vuelve a repetir con mayor énfasis: «Yo soy el Pan de Vida… el que coma de este pan vivirá para siempre». Y lo aclara -o complica, según se vea-: «Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo». Jesucristo anuncia, sin que sus oyentes se enteren, que la tarea para la que el Padre le ha enviado es «dar su vida para la vida del mundo». Es el mensaje cristiano mil veces repetido: sólo si la sal se disuelve cumple su función y da sabor; sólo si el grano de trigo es sepultado y muere da fruto. Es la tozuda realidad de siempre: «dar para tener, entregarse para encontrarse, perder para ganar». La muerte está vencida. Las pruebas, sufrimientos y angustias, los rechazos y desprecios, que cada día nos destruyen, nos «matan», ya no pueden con nosotros porque «tenemos el pan de la vida». Sólo el que se alimenta del pan del cielo camina sin desfallecer.
El que es «el Pan de Vida» fue introducido en el horno de la cruz y se convirtió en Pan crujiente y apetitoso, colocado en la mesa redonda del mundo para ser comido. Y el mundo vive por Él. Y el que come de este Pan se hace, a su vez, «pan para la vida del mundo» cada vez que se dona al hermano, cada vez que se pone al servicio de quien le pueda necesitar, cada vez que «se parte» por los demás. ¡Y… es feliz!
Hoy concluyo un campamento con 130 niños y adolescentes, más sus monitores, en zona de playa, en el que hemos gozado nuevamente del amor de Dios. Y hoy también inicio otro con un número similar, esta vez en sierra. La Eucaristía, celebrada y adorada, nos ha conducido al descanso en la voluntad de Dios y al servicio hacia el más débil. Especialmente para los monitores ha sido una semana paradigmática para el resto de nuestras vidas: «vivir donándose, dar para ser feliz».
 Hermano, ¡te invito a comer de este Pan! En cada Eucaristía se nos ofrece gratis. ¡Que nunca lo despreciemos!

Luis Emilio Pascual
Capellán de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM)