Lorca

Totana y Lorca por ejemplo

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La persecución del adversario político en la Comunidad Autónoma, sin pruebas y con el apoyo de fiscales y jueces afines, ha sido una constante estos últimos siete años de gobierno Zapatero y, en la Región de Murcia, con el aplauso y el apoyo incondicional de Saura y Bermejo, primero, y Rosique y García Retegui, después, cuando no todos al alirón, dispuestos a divertirse, liarla parda y joder a unos cuantos ricachones de esos del PP. Y bien que casi lo consiguen. Lograron llevar a la cárcel a unos cuantos alcaldes, aunque solo fuera por unas horas; metieron el miedo en el cuerpo a mucha gente honrada y honorable; destrozaron el sector inmobiliario y arrastraron al paro a miles de trabajadores, para ahora decir que lo que hay que hacer es vender casas a los ingleses, y, finalmente, cuando todo acababa en puro humo, en nada de nada, se agarraron cual clavo ardiente al «modelo insostenible» para justificar lo injustificable, que no era otra cosa que la borrachera de persecución política en la que se habían embarcado y que ya para entonces comenzaba a hacer aguas.

Los casos denunciados, la mayoría de ellos «de parte», es decir, por parte del PSRM-PSOE se fueron cerrando uno tras otro, hasta el extremo de llegar a 48 archivos de 51 casos denunciados. Pero el mal ya estaba hecho. Una mentira mil veces repetida, como decía Goebels, acaba convirtiéndose en la mayor de las verdades. Pero otras cosas ocurrían paralelamente que vinieron a cambiar el fondo de las cosas. El entonces ministro de Justicia del gobierno Zapatero y representante por Murcia en el Congreso de los Diputados, Mariano Fernández Bermejo, se vio involucrado con el juez Garzón en una extrañas cacería sin tener permiso para ella, al tiempo que la estrella del «superjuez» de la Audiencia Nacional comenzaba a apagarse. ¿Qué estaba pasando?, si lo tenían todo bajo control y eran las reinas del mambo. Pues no sucedía otra cosa que a la gente que tomaban por tonta, es decir, al electorado, ya no se la daban a esas alturas del partido con queso enmohecido.
Y trataron de repetir de jugada, y volvieron a las andadas con casos de corrupción solo existentes en su calenturienta mentalidad persecutoria, porque no podían ofrecer a los murcianos más que mierda, mucha mierda del rival político porque de programas «cero patatero». El pueblo no solo no les creyó, sino que además, estaba harto y asqueado. ¡O había casos de corrupción claros o no los había! Lo que no se podía hacer es manchar el buen nombre de esta tierra, sus gentes y sus dirigentes políticos con el único objetivo de arañar unos cuantos votos. Y ni eso. ¡Porca miseria!

Entonces se acudió a la figura de las responsabilidades políticas, que es a lo que quería llegar desde un primer momento. Pues bien, uno puede ser un chorizo de verdad y contra él hemos de estar todos, los de tu partido, los del partido rival y los ciudadanos en general. Y aplicarle (al chorizo verdadero, claro), todo el peso de la ley. ¡Vamos, que no se nos escape ni vivo (en sentido metafórico), ni de rositas! Y estando en responsabilidades políticas como estamos llegó el deshojar de la margarita de Totana. Andreo, sí, Andreo, no... Y, finalmente, fue que no. José Martínez Andreo fue apeado de la lista para esta nueva etapa. ¿Fue el precio a pagar por Valcárcel para demostrar a todos que él sí es capaz de asumir ciertas responsabilidades políticas, como ocurrió antes con el también alcalde de San Javier, José Hernández?

Sea como fuere, al presidente regional no se le puede afear su pulcritud en ese sentido, pues es de los que piensa que la mujer del César ha de ser honrada y, además, parecerlo. El llamado «caso Tótem» es un auténtico delirio de despropósitos, una orgía de persecución política y lo que no se debe consentir nunca a ningún rival por fuerte o poderoso que sea. En Totana hay vidas arruinadas. La del alcalde por el mal trago que pasó aquellas navidades en prisión con su mujer embarazada y negándosele la salida por temor a que huyera del país. ¡De locos! Pero además del alcalde hay mucha otra gente en Totana que se ha visto arrastrada al infierno. Hablo de empresarios como Gabriel Martínez, imputado sin causa alguna que lo sustente. Personas que de la noche a la mañana se han visto ellos y sus familiares en el lodazal más apestoso del mundo porque les atrapó la escasa decencia de algunos a la hora de hacer política.

Y lo más desagradable del asunto no es que triunfen las estrategias del «todo vale», sino que quienes lo hagan sean los primeros que deberían dar ejemplo, como Bermejo y Garzón, ministro de Justicia y juez encargados de ciertas cacerías humanas cuando eran o debían ser los primeros en dar ejemplo. Hablo de Totana porque los perseguidores en ese municipio no eran otros que Juan Francisco Otólara y Alfonso Martínez Baños, portavoz municipal, secretario del PSOE y secretario de Política Territorial del PSRM, respectivamente. Estos dos políticos -los acusadores-,ya habían sido condenados tiempo atrás, por abrir una cuenta a cargo del Ayuntamiento de Totana con sus propias firmas y que gestionaron a su antojo. Otálora es en la actualidad el candidato socialista a la alcaldía de Totana, mientras que Martínez Baños es el candidato del PSRM-PSOE a la Asamblea Regional por la circunscripción del Guadalentín.
Hablo de Totana, o de Lorca, dos paradigmas del doble rasero en la política. En la Ciudad del Sol, por ejemplo, los encargados de la empresa de limpieza «Limusa», parecen haber ido acumulando toda la basura (política) sobre sus cabezas, desde militantes de base a altos cargos del PSRM (Diego Ferra y Miguel Navarro). El actual candidato a la alcaldía de Lorca, el socialista Manuel Soler, se ha convertido últimamente en un asiduo a la Agencia Tributaria por su gestión al frente de la cooperativa «Alimer». Según ha sabido este periódico podría haber manejado fondos millonarios que no fueron debidamente declarados. ¿Responsabilidades políticas?, claro que sí, señora García Retegui, pero empiece usted dando ejemplo aplicando tales responsabilidades políticas en su propia casa, que al parecer está bastante sucia y usted solo tiene ojos para la paja en el ojo ajeno.