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Ambición y pedagogía

La Razón
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La primera rueda de prensa del nuevo Gobierno permitió comprender el cambio de escenario que se ha producido en nuestro país. Se han acabado la arrogancia, la ocultación sistemática de la verdad, la hiperideologización de la vida pública. Se abre paso una nueva manera de actuar, sin dogmatismos, infantilismos ni, lo que era aún peor, el cinismo como modelo y ejemplo de comportamiento político, un vicio que llegó a su apoteosis con los vicepresidentes y los ministros de Economía socialistas.

La nueva atmósfera refleja un proyecto político de naturaleza distinta al anterior, y también la existencia de equipos –más allá del Consejo de Ministros– que representan bien lo que España puede llegar a ser si todos nos lo proponemos. Carmen Martínez Castro, en Comunicación, es una profesional del periodismo bregada en mil batallas, con visión estratégica, claridad de ideas y valentía para llamar a las cosas por su nombre. Ignacio Cosidó, al frente de la Policía Nacional, lleva toda su vida dedicada a los asuntos de seguridad, con constancia y humildad, sabiendo muy bien lo que vale el sacrificio de quienes se encargan de mantener un orden que debe aspirar a ser justo. En Cultura, José María Lassalle, excelente conocedor del pensamiento liberal, conservador e incluso republicano (en lo teórico, se entiende), puede conseguir que en un solar bunkerizado como es la cultura oficial se abra alguna brecha donde circule un aire menos viciado, unas briznas de tolerancia, algo de sentido de la dignidad de la nación española… un poco de libertad y de responsabilidad. Y en Comercio Jaime García Legaz, por poner un último ejemplo, ha afinado durante años el conocimiento de la vida económica sin perder de vista ni las necesidades y los intereses de las personas y las empresas, ni las ideas y la moral, que son al fin y al cabo, como recordaría Adam Smith, la clave de la prosperidad.

Estamos ante unos equipos con experiencia, ambición, prudencia y amor a su patria. Nos podemos sentir orgullosos de que personas así haya llegado a las filas ejecutivas de la política. Por eso mismo, debemos mostrarnos también exigentes cuando se trata de poner en práctica y explicar esa misma política. Fiel a sí mismo, Rajoy ha insistido en la necesidad de explicar las decisiones. Esta pedagogía es de por sí una forma de hacer política. Por eso sería necesario que medidas como la subida del IRPF, por ejemplo, se explicaran cuidadosamente. Hay muchos argumentos, además del gigantesco agujero dejado por el anterior gobierno, y no se refieren sólo a los «mercados» o a las exigencias de nuestros socios. También se pueden poner en la balanza, por ejemplo, los recortes que hay que hacer en el sector público. En resumen, los equipos y la disposición son excelentes. La opinión está a favor de la austeridad, como demostraba ayer una encuesta en estas mismas páginas. Conviene que los argumentos y las explicaciones estén a la altura.