Literatura

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Víctimas de la imaginación por Francisco Nieva

La Razón
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¿Cómo se le ocurre a usted decir que falta imaginación? Sobra imaginación en el mundo, estamos locos de imaginación. En ambos sentidos, positivo y negativo, siempre en guerra. Lo mismo si es poca que mucha, yo me siento una víctima de mi imaginación. Quien se compromete a escribir comedias y a vivir del teatro tiene que espolear a la imaginación. Y se puede pasar muy mal, lo mismo si sobra que si falta.

Muelas y estrenos
Como autor y director, mi imaginación ha terminado por darme algunas satisfacciones, pero también muy numerosos disgustos. Al extremo de que cada vez que estrenaba se me caía una muela. No tenía tiempo ni de cuidar mi dentadura. Siempre con prisas, angustias económicas, administrativas, profesionales...

¿Para qué me voy a poner yo en primer plano? Soy un hombre de teatro como tantos. Los disgustos que me procure la imaginación no pueden competir con la imaginación y los disgustos de José Bretón. Fabulosa imaginación de asesino, con sus naturales consecuencias. No será un regalo para él su condena a cadena perpetua.

Yo admiro profundamente a dos genios desgraciados y víctimas de su imaginación creadora. A Edgard Allan Poe y a Vincent Van Gogh. Sin la menor duda, hay más, y tan admirables como ellos.

Por ejemplo Balzac. Un forzado de la imaginación, que mantenía despierta a base de café, café y más café. Otra víctima más: León Tolstoi. Para este, su imaginación fue su tortura. No era un asesino, como José Bretón, pero le igualaba en imaginación, tramando el asesinato de su esposa mediante una novela espeluznante. Su mujer lo comprobó, y esto le acarreó tales disgustos que a punto estuvo de matarla de veras.

Pintar a Holmes
De pronto me viene a la mente Conan Doyle. Ya había desplegado suficiente imaginación pergeñando las historias de Sherlock Holmes –también a base de cocaína–, pero se metió en un embrollo espiritista que le hizo sufrir hasta la muerte. Había perdido a su hijo en la Primera Guerra Mundial y quería seguir conversando con él a través de los tópicos recursos del espiritismo. El famoso escapista Houdini se promocionaba diciendo que se comunicaba con los espíritus. Conan Doyle se sentía fascinado por él. Le escribió pidiéndole precisiones y consejos. Y Houdini le contestó sinceramente, diciendo que se dejase de fantasías y que todo eran supercherías. La respuesta de Houdini casi enloqueció a Conan Doyle. Otra víctima de su imaginación.

 

Francisco Nieva
de la Real Academia Española