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La pasión recompensada

La Razón
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Retomo el tema de ayer, el «waka waka romance» Shakira-Piqué. El jugador, que lo ha ganado todo en el fútbol, no había sido llamado al goloso mundo publicitario, pero en el momento que Piqué ha saltado a la categoría de personaje de la mano de su «waka waka» novia, enseguida se le ha aparecido la diosa de la publicidad del brazo de Mango, una de las firmas que mejor paga estos trabajos. Es que, ya se sabe, el amor hace milagros. En los tiempos que vivimos, las diosas laicas como la publicitaria son las más rentables: te pagan directamente un pastón pero en la misma tierra, no te lo dejan en un depósito en el Olimpo. Julián Contreras Júnior es un joven que ha sido maduro desde la infancia. Sigue siéndolo, añade a esto una buena formación, no precisamente académica, pero sólo hace falta conversar con él para entender que tiene una cabeza bien amueblada y maneja mucho conocimiento e información. Ayer mismo, en la presentación del libro que ha escrito sobre su hermano Francisco Rivera, respondió a una pregunta con un titular brillante y lleno de morbo: «Mi hermano Francisco es un yonki de la vida». Ahí queda eso. Estos días, de pronto, me encuentro en todos los programas rosas, en unas imágenes en las que aparezco, eso sí, como secundario, con Juan Antonio Ruiz «Espartaco» y Rocío de la Cámara. Se tomaron entrando en la casa de Carmen Tello y Curro Romero en enero. Al dar por hecho que el torero mantiene una relación con la ganadera, algunos se atreven incluso a decir otra vez la copla, las únicas fotos que se tienen últimamente de la citada señora son éstas, con lo que se repiten muchísimo. Como yo dije en el programa de Carlos Herrera, si la prueba de que esta relación existe son las citadas imágenes, me temo que alguna termine diciendo que yo estoy dentro de la relación. Lo cierto es que Espartaco, con el que conversé ayer, desmiente por enésima vez cualquier relación con nadie. Además desde que llegó de Colombia está pasándolo mal, no se puede mover sin que varias motos de paparazzis le sigan a todas partes. Así no se puede vivir.