Libros

Barcelona

Kevin Powers se une a la lista de los grandes de la literatura de guerra

En «Los pájaros amarillos» narra sus traumáticas experiencias en Iraq en 2003

Kevin Powers durante su visita el pasado mes a Barcelona
Kevin Powers durante su visita el pasado mes a Barcelonalarazon

BARCELONA- El gran Stephen Crane escribió con «La roja insignia del valor» la mejor crónica de la Guerra de Secesión americana sin ni siquiera haber nacido cuando acabó. El mito de la experiencia directa como el mejor motor para contar historias se caía por los suelos, pero la verdad es que la guerra siempre ha sido mejor contada por sus soldados. William March lo hizo con la I Guerra Mundial con «Compañía K». Norman Mailer hizo lo propio con «Los desnudos y los muertos» y la II Guerra Mundial. Tim O'Brien descubrió todo el horror de la guerra del Vietnam en «Las cosas que llevaban los hombres que lucharon». Y ahora, el ex soldado y escritor Kevin Powers acaba de publicar una nueva obra maestra de la literatura de la guerra con «Los pájaros amarillos» (Sexto Piso) basada en sus experiencias en 2003 en Iraq.

Miedo e incomprensión

 «Conozco todos esos libros, pero no estaba intentando añadirme a ninguna lista. Por supuesto, han sido una influencia, pero mi único interés ha sido ser honesto con lo que vi, que los que no lo vivieron puedan comprenderlo y los que sí lo hicieron, no se sonrojen. Tampoco aspiro a ser la voz de todos los soldados americanos», asegura Powers.
El libro nos presenta a Bartle, un joven de 21 años que es enviado al frente junto a Murphy, un niño de apenas 18 años. El primero prometerá a Murphy traerlo con vida a Estados Unidos, pero ya desde la primera página se nos avisa de que será incapaz de cumplir la promesa. Del campo de entrenamiento a la brutalidad de las batallas hasta la difícil adaptación una vez en casa, tras ver tanta muerte y destrucción, la novela es una crónica lírica de lo que es ir a una guerra que ni siquiera entiendes. «Lo más horrible de todo es que el hombre es capaz de adaptarse a todo. El miedo, el terror era constante, no te dejaba nunca, pero se convertía en parte de ti y continuabas adelante», señala Powers.

El escritor cargaba con la ametralladora en posiciones como Mosul y Tal Afar y aunque no sabe a ciencia cierta si mató a algún hombre, sabe que disparó para conseguirlo. «Me subieron a un avión y estuve doce horas hasta llegar a Kuwait. Allí estuve dos semanas aislado y a partir de entonces desembarcamos en Iraq. Estaba tan desorientado, todo era tan surrealista. Y entonces el miedo se apoderaba de ti y ya no te abandonaba», asegura Powers.
Como su personaje principal, él también era muy joven cuando pisó Iraq por primera vez. Ni siquiera era consciente de lo joven que era. Sólo ahora, echando la vista atrás, se da cuenta. «Una guerra es como una vida completa comprimida en unos pocos meses. Sabes que puedes morir en cualquier momento y sientes la responsabilidad de toda una vida. Además, la relación que mantienes con los demás está totalmente distorsionada por este hecho», asegura.

El libro también incide en la otra cara, la vuelta a casa, y lo difícil que es. «Por primera vez te permites sentirte exhausto. En una guerra estás tan tensionado que el cansancio, tanto física como emocionalmente, se va cargando y cargando en ti y sólo te atreves a dejarlo escapar cuando llegas a casa», comenta. Y lo que viene después no es tan fácil. «Te sientes un extraño en tu propio hogar. Intentas pensar que lo que has vivido no ha pasado en realidad, que sólo ha sido alguna pesadilla. Nadie lo comprende, sientes que te miran raro y te sientes solo», comenta. Al menos la novela le ha servido para sacarse algunos demonios de encima.