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Pulso de ovaciones

La Razón
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Las ovaciones de los grupos parlamentarios a sus líderes son un clásico de los grandes debates políticos. Como no hay mejor improvisación que la que se prepara milimétricamente, las direcciones de los partidos no dejan nada al azar y controlan que los suyos tengan las palmas y el ánimo dispuestos para tributar al líder todas las ovaciones que sean necesarias y, sobre todo, en una nota siempre por encima de las del rival. Ayer, en el Congreso de los Diputados, socialistas y populares repitieron el guión y la conclusión es que los diputados cumplieron con creces. Los socialistas, es cierto, se mostraron más esquivos y perezosos, pero algunos aplaudieron por tres ante la atenta mirada de Leire Pajín o José Antonio Alonso. Alfonso Guerra y Fernández Marugán, como siempre, fueron por libre. Enfrente, los populares jalearon a Rajoy y alguno se desfondó. Queda para el final la figura del diputado «ultra», aquél que se cree con derecho a insultar al oponente. En este caso, un socialista a Rajoy.